7. Despertar a la cruel realidad

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No pudo respirar con normalidad hasta estar al lado de su hermano. Tras la dura confesión que había hecho minutos antes, tuvo que ver como su madre quedaba destrozada y su padrastro era incapaz de consolarla. Solo les quedaba esperar a que subieran a Bill a la habitación particular en la que pasaría esa noche, y algunos días más.

Una vez que le vio, tumbado en la gran cama e indefenso, corrió a su lado y le cogió con suavidad una mano que se llevó a los labios.

—Estoy aquí, Bill...—susurró contra su piel.

Sintió como su madre rodeaba la cama y le cogía la otra mano que tenía libre, inclinándose y besándole en la frente.

Se sentía culpable por lo ocurrido. Si la noche en la que....le violaron, porque no había otra palabra, no se hubiera quedado con esa chica a la que no conocía de nada y con la que solo compartió unos simples besos, su hermano no estaría tumbado en una cama en esos mismos momentos. No, estarían los dos en el apartamento viendo una película y compartiendo unas palomitas y risas.

No pudo evitar sonreír al recordar como Bill se quedaba dormido contra su hombro cada vez que él elegía la película. Entonces apagaba el televisor y se le quedaba observando, suspirando cuando él lo hacía en sueños.

Algunas veces dejaba que se saliera con la suya y veían una película de esas que le gustaban, románticas y con un final feliz que nadie se lo esperaba. Eso era lo que no entendía, que de repente dos personas que entre ellas no había nada se miraran y se dieran cuenta que estaban predestinados a pasar juntos el resto de su vida.

Como él y Bill. Les unía un lazo muy especial, que nadie iba a lograr romper. Ni el maldito Ryan... Pensar en él le hizo dejar de sonreír y maldecir por lo bajo, atrayendo al atención de su madre.

—¿Pasa algo?—preguntó Simone en voz baja.

Negó con la cabeza. No podía decirle que conocía al bastardo que le había hecho eso a su hermano. No hasta hablar con él y decidir que hacer a continuación, los dos juntos....



_*_




Pasaron la noche a su lado. El doctor entró antes de terminar su turno, le habían hecho un par de pruebas más desde que Tom explicara lo que le había pasado a su hermano y ya tenía los resultados. Se confirmaba la infección y habían hallado señales de que en verdad había sido forzado.

Maldijo por lo bajo al ver a su madre romper a llorar de nuevo sin dejar de mirar a su hijo pequeño. Vio como su padrastro trataba de tranquilizarla y el doctor les dejaba a solas con gesto preocupado.

Respiró más aliviado cuando Bill abrió al fin los ojos. Estaban los dos solos, eran las 9 de la mañana y su madre estaba en el pasillo hablando de nuevo con el doctor. En cuanto le vio pestañear corrió a su lado y le cogió de nuevo una mano.

—Bill...—llamó en voz baja.

Esperó a que abriera del todo los ojos y enfocara su borrosa visión en su cara. Sonrió con esfuerzo para tranquilizarlo, al tiempo que con la otra mano le retiraba un mechón del pelo de su pálida cara.

—¿Tom?—susurró Bill arrugando la frente.

Sentía dolorido todo el cuerpo, y la cabeza muy pesada. No podía pensar con claridad y no reconocía el lugar en el que se había despertado. Miraba a su alrededor y sentía un miedo intenso.

Caprichos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora