5. Sin escapatoria

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Todos esperaban en silencio a que se explicara, sin entender porque había dicho esas fuertes palabras. Todos le miraban confusos, todos menos Ryan, que tras su padre le miraba con una fea sonrisa en los labios.

—¿De que manera está mirando Ryan a tu hermano?—preguntó Jörg a su hijo mayor sin ocultar su enfado.

—Él lo sabe muy bien—replicó Tom interponiéndose entre la mirada de Bill y Ryan.

No quería que le mirara, se sentía asqueado de la forma en la que lo hizo las dos veces que le había pillado. Le miraba de arriba abajo y se pasaba la lengua por los labios. Nunca permitiría que nadie tocara a su hermano de esa forma tan íntima y privada, antes se las verían con él.

—No me gusta nada lo que estás insinuando—continuó diciendo Jörg.

—No ha pasado nada, Tom no sabe de lo que habla—intervino Bill tras su hermano.

Tom se volvió como si no le hubiera escuchado bien. Separó los labios con intención de decir algo, pero una mirada de Bill le hizo callar de inmediato. Eso, y ver como el labio inferior le comenzaba a temblar.

—Tom, por una ve haz caso a tu hermano—le advirtió Jörg—Creo que por hoy ya os hemos molestado bastante, es mejor que lo olvidemos. Ryan, vamos.

—Ha sido un malentendido—dijo Ryan metiendo cizaña.

—¿Malentendido? Serás cabrón...—comenzó a decir Tom.

—¡Tom! Ya le debes una disculpa a tu hermano, deja de hablar o tendrás que disculparte más en serio—advirtió Jörg de nuevo.

Sentía hervirle la sangre. Se mordió los labios para no gritar que ese nunca sería su hermano, y que si quería una disculpa suya que esperara sentado. Pero un débil sollozo que se le escapó a su único y verdadero hermano a su espalda le hizo callar de inmediato.

Observó como su padre cogía al Ryan por el brazo y bajaba las escaleras, escuchando el débil portazo que dieron al salir del apartamento.



_*_




—¿Qué ha pasado?—preguntó Gustav aún sin saber de que estaba hablando el guitarrista.

—Nada—se apresuró a contestar Bill.

—¿Nada?—repitió Tom girándose y alzando una ceja.

—Bueno, si, que te has puesto celoso solo porque han tocado una de tus malditas guitarras—contestó Bill furioso.

—¿Y esto a que viene?—preguntó Tom confuso.

—A que estoy harto de que te metas donde no te llaman, que pienses que soy tan débil que tengo que recurrir a mi hermano mayor para que me defienda incluso de mi propio padre—estalló furioso Bill.

Tras haber expulsado de su cuerpo toda la rabia contenida, enfrentándose con la persona equivocada, dio media vuelta y entró en su habitación dando un sonoro portazo.

Sin dejar de mirar la puerta tras la que había desaparecido su hermano Tom jadeaba tratando de recuperar el aliento y poner en orden sus pensamientos. Algo en su interior saltó cuando vio a Ryan por primera vez, una extraña sensación le recorría el cuerpo, advirtiéndole que no se fiara de él en absoluto, ni el diera la espalda en ningún momento...

Caprichos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora