V

78 11 0
                                    

La brisa marina acariciaba los largos cabellos azabache, ondeando con gracia, mientras los rayos de luz del atardecer iluminaban su nariz sonrosada que aspiraba el aire salado al subir a la cubierta del imponente barco que zarparía en cuestión de minutos.

Con cierta indecisión, la mujer observó la rampa de embarque antes de ascender. El séquito de personas que la seguía, vestidas con túnicas grises sencillas, se apresuraban a cargar sus pertenencias a bordo sobre esta estructura, robusta y sólida, que se extendía desde la cubierta del barco hasta el borde del muelle, facilitando el acceso y las cargas.

El susurro de las olas acariciando suavemente el casco del barco y el crujir de la madera bajo sus pies se entrelazaban con el murmullo de las conversaciones y el trajín de los marineros preparando la nave para zarpar.

Luego, uno de los eruditos monjes se acercó a la mujer, posando su mano tiernamente en su hombro y ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora mientras caminaban.

―Recuerda que, aunque dejemos atrás cosas importantes de nuestra vida en aras de la Diosa Luna, ella sabrá retribuirnos ―expresó el erudito, mientras la mujer asentía con gratitud.

Una vez a bordo, la misma continuó observando minuciosamente cómo los hombres ascendían uno por uno, cuidadosamente transportando los enseres esenciales para el extenso viaje. Luego, tras unos momentos, el capitán del barco, un hombre de semblante serio y barba canosa, se aproximó a ella antes de tomar el timón.

Tu presencia honra mi navío, mecenas y esposa del ilustre astrólogo Kim ―dijo el capitán con respeto, y la mujer respondió con una leve sonrisa de agradecimiento.

Los marineros trabajaban con eficiencia, soltando las amarras y levantando el ancla, luego, bajo la dirección del mismo, las velas fueron desplegadas lentamente, entre las corrientes de nieve que flotaban en el aire.

El barco comenzó a moverse, primero con un suave vaivén, que luego se intensificó, alejándose gradualmente. Finalmente, la mujer se acercó a la barandilla, observando cómo el puerto se iba haciendo cada vez más pequeño en la distancia.

«Nos volveremos a ver muy pronto, mi niño. Espero que algún día puedas perdonarme...»

Sus pupilas destellaban en un mar de desconcierto, lo cual motivó su decisión de abandonar la cama y erguirse para disipar la neblina del sueño que envolvía su mente, mientras se restregaba levemente los ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sus pupilas destellaban en un mar de desconcierto, lo cual motivó su decisión de abandonar la cama y erguirse para disipar la neblina del sueño que envolvía su mente, mientras se restregaba levemente los ojos.

―¡Hyung, lo estás asustando! ―exclamó Taehyung, poniendose de pie para aproximarse al joven de cabellos irisados, quien instintivamente retrocedió, visiblemente alarmado.

―¿Acaso soy yo quien lo aterra? Parece ser que eres tú quien lo pone nervioso ―replicó, arqueando una ceja con tono acusador.

Posteriormente, Taehyung se inclinó con gracia hacia el joven, sus ojos avellana penetrando los irisados del mismo como si buscaran desentrañar los misterios más profundos de la existencia en ellos. Extendió su mano con un gesto para invitarlo a levantarse del suelo con delicadeza.

COLOURBLIND  | TAEKOOK OMEGAVERSE FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora