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Me preparo para el día con una sensación de firmeza que no había sentido antes.

Tomé un rápido baño, me puse el uniforme escolar y bajé a desayunar con mamá, tratando de guardar las apariencias de normalidad. Ella habla sobre sus planes, pequeñas charlas que hoy suenan más distantes que nunca. Asiento y sonrío cuando es necesario, aunque mis pensamientos están lejos, en los secretos que se ocultan justo debajo de la superficie de la rutina de Valle Sombrío.

Salgo de casa a paso rápido, cada persona camina por las calles tranquilamente, la que parece ser la loca aquí soy yo, cuando llego a la escuela todo parece demasiado familiar y a la vez extraño. Los pasillos resuenan con las voces de mis compañeros, sus risas y quejas se mezclan en un coro que casi es capaz de distraerme de mi misión.

Emily está recostada en mi casillero leyendo un libro, su rostro es un mar de calma y determinación. En cuanto me ve se lanza sobre mí abrazándome.

—¿Lista? —pregunta, aunque ya conoce la respuesta.

—Siempre —respondo, y algo en mi voz suena diferente, más seguro.

Caminando hacia el salón soy sumisa de mis pensamientos y sin darme cuenta los libros de la chica más popular, engreída y egoísta del Instituto caen al suelo.

—Disculpa, iba distraída —recogí sus libros y se los entrego.

—Odio esta escuela llena de escorias como tú.

—Perdón, ¿cómo dices?

—Si, son tan envidiosos de mi belleza natural que buscan la manera de hacerme daño —dice con una mueca de desprecio, acomodándose un mechón de su rubio cabello detrás de la oreja.

Sus palabras, aunque hirientes, resbalan por mi piel sin dejar rastro.

Belleza natural pienso con ironía, recordando el exceso de maquillaje que adorna su rostro cada mañana.

Brenda entró de intercambio al instituto, es irlandesa y la más odiosa de todo el colegio, ella y sus dos perritas falderas se dedican a burlarse de las chicas como yo; o sea; de las que son un poco tímidas y que prefieren estar en casa antes que en una fiesta y tienen pocas amistades.

Me saca de mis cabales de vez en cuando, pero respiro y cuento hasta mil intentando no salirme de mi centro y acabar dándole un buen bofetón qué es lo que se merece por estar haciéndole bullying a las chicas.

Reflexionando en mi cabeza sobre lo que puede pasar si me cabreo mucho, respondo con un contrainsulto.

—No te preocupes —respondo con frialdad, sin dejar que su veneno me afecte, mis labios se corvan formando una sonrisa de malicia en mi rostro—. No todos estamos obsesionados con la superficialidad.

Sus ojos azules me fulminan con rabia, está que hecha chispas pero antes de que pueda replicar, Emily se interpone entre nosotras.

—Vamos amiga, tenemos cosas más importantes que hacer, debemos ir a clases —dice Em, su voz es firme y serena, contrastando con la furia de la chica popular—. No vale la pena perder el tiempo con gente así.

La chica abre la boca quedando sin palabras, al parecer no encuentra un insulto para soltar otra pulla, Em la ignora por completo, tomando mi brazo y guiándome hacia el interior del salón. La tensión se disipa en cuanto entramos, dejando atrás la escena.

—No debes dejar que sus palabras te afecten —dice Elena en voz baja, su mirada está fija en la puerta, pero percibo la preocupación en su tono.

—No me afectan —respondo con sinceridad—. Sus palabras son vacías. Tengo cosas más importantes en mente.

Inocencia tenebrosa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora