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No duermo bien y es claro que Emily tampoco, me quedo quieta pensando en todo lo sucedido esta noche, mamá nunca dijo nada ni papá tampoco, ¿y si no conocen de esto? Lo mejor será investigar a fondo todo y luego contárselo.

La otra pregunta que surge en mis pensamientos es: ¿Quién escribió este libro?

Las horas pasan y no logro pegar un ojo, cuando creía que dormiría algo una tormenta se batía en mi interior sin saber que es verdad ni que es mentira, no comprendo nada de lo que está pasando, siento que me volveré loca si no encuentro respuestas firmes a lo que está pasando.

***

—Kiara, cariño, despierta.

Al abrir los ojos mamá está sentada en el borde de la cama y me acaricia el cabello.

—Mamá, ¿qué hora es?

—Son las tres de la tarde, pensé que había sucedido algo cuando ví que no despertabas.

—Estoy bien, solo que los exámenes me tienen exhausta.

—Debo ir a trabajar, ¿estarás bien?

—Si ma, tranquila.

Deja un beso en mi frente y se va. Pasan unos dos minutos y recuerdo que tenía compañía: ¡¿Emily?! Me levanto rápido de la cama y corriendo bajo las escaleras para alcanzar a mi madre.

—¡¡Mamá, espera!!

—¿Qué pasa?

Me detengo y tomo aire para poder hablar. Todo me da vueltas, nunca me he podido levantar rápidamente sin que me maree.

—¿Dónde está Emily?

—Se me olvidó decirte que se levantó temprano y regreso a su casa, me dijo que te informara que mañana vendría a verte y que la llames cuando puedas.

—Vale mamá, ya te puedes ir a trabajar.

—Hasta más tarde mi niña.

Deja un beso en mi coronilla y la veo como se aleja su silueta cada vez a más distancia.

Lenta y pensativa, subo las escaleras de nuevo, mis pasos resuenan contra los escalones, sentada en el borde de la cama aún caliente por mi ausencia reciente, busco el teléfono y marco el número de Emily.

Suena un par de veces antes de que su voz, clara pero un poco preocupada responda.

—Kiara, ¿cómo estás? Por la mañana recibí un mensaje de mis padres para que viniera pronto porque debían salir del pueblo y alguien debía de cuidar la casa.

—Vale, no importa, debes hacer tu rutina como siempre, no te preocupes por mí.

—Kiara, no digas eso, somos amigas en las buenas y en las malas.

—Perdóname, supongo que todo esto me está afectando más de lo que pensaba.

—Tranquila, descubriremos lo que está pasando juntas.

Hablamos brevemente, al colgar el silencio de la casa envuelve la habitación.

Me doy un rápido baño y bajo al ático donde están los álbumes de fotos antiguas, veré si encuentro algo interesante.

Abro la primera caja, esta cubierta de polvo, levanto la tapa y encuentro el álbum familiar.

La primera foto que veo hace que mi piel se erice, estamos reunidos en una mesa papá, mamá, yo con unos cuatro años y otra persona la cual no puedo determinar quién es, la fotografía está rasgada, solo se pueden observar los brazos; parece como si fuese una mujer, es como si alguien hubiese quitado esa parte para no mostrar a la otra persona.

No me acuerdo de esta foto, jamás la había visto. Esto se pone cada vez más raro, ¿qué está pasando? Cada vez entiendo menos, cuando encuentro algo y creo que estoy más cerca de darle respuestas a mis preguntas también me alejo, es como estar caminando en círculos y no salir de este laberinto sin salida.

Cada pista, cada fotografía, cada suceso no hacen más que enredar la información que tengo.

Me pregunto por qué alguien querría ocultar a esta persona, eliminarla tan meticulosamente de un recuerdo familiar.

Mis padres no tienen más familia que viva actualmente, todos están a más de treinta metros bajo tierra.

Con el álbum aún abierto, continuo revisando. Las imágenes forman una narrativa visual de mi infancia.

Dejo el álbum donde estaba y subo hacia mi habitación con la foto entre mis manos temblorosas. La ventana estaba abierta y las sábanas de la cama están deshechas.

¡Alguien había entrado a mi habitación mientras no me encontraba! Mamá no podría ser; hoy trabaja hasta tarde y papá tampoco.

La habitación está vacía y en silencio, no sé que pudo haber pasado con las sábanas ni la ventana.

Camino hasta mi cama y guardo la fotografía bajo el colchón, cuando me voy a levantar del suelo unos brazos tapan mi boca y me sostienen los brazos sin poder moverme.

Inocencia tenebrosa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora