capitulo treinta y cuatro

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Los trillizos parecían estar en guerra en el vientre de mamá. Sobre todo ahora que a sus cinco meses, los bebés están con un buen estado de salud, de buen tamaño y peso, Harry tenía el estómago hinchado, parecía que tenía nueve meses y apunto de explotar, sin embargo, apenas estaba entrando en los cinco meses.

Louis ya había obtenido muchas fotografías del estómago hinchadito de su omega. Le gustaba ver como cada día sus bebés daban patadas para hacerles ver que ahí seguían, en las ecografías sus tres bebés siempre se movían, sin embargo todavía no dejaban revelar su sexo. Ver el sexo de los bebés se había convertido en una guerra de tres cachorros contra el ginecólogo, ya que siempre que los buscaba, ellos se escondían dándole la espalda o acurrucandose entre ellos para que no les viera ni la cara.

Sin embargo, eso no los había detenido en decorar las habitaciones de sus bebitos.

Harry dijo que quería la habitación de un color amarillo pastel con blanco y con muchas decoraciones de soles. Así que Louis se puso manos a la obra para decorar la habitación de sus niños con sus propias manos, no fue tan difícil. Antes de ser un futbolista de talla mundial, fue un simple chico que tuvo muchos empleos, pintaba casas y hasta podaba jardines, así que decidió que él mismo sería quien decorará la habitación de sus cachorros. Mientras que Harry hacía los recortes de los soles que quería y después los utilizaba como sello con otro tono de pintura. Los dos hicieron un buen trabajo en equipo, terminando de pintar la habitación en dos días con pausas para almuerzos, sobre todo cuando el omega decía que los bebés exigían su salario aperitivo por tantas horas de esfuerzo.

La habitación quedó muy bonita.

Harry había tenido ganas de llorar cuando observó la decoración y a su alfa con gotas de pintura hasta en su cabello.

Luego comprarían lo demás, que eran las cunas, los accesorios y las cosas que Louis se muere por meter al carrito cuando están en el supermercado.

Estos meses habían sido preciosos, aunque para Louis dar explicaciones de su desaparición de los medios y la cancha no había sido sencillo. Muchos habían estado especulando que iba a retirarse o que había terminado su contrato, muchos ya hablaban de que quizás su omega estaría embarazado. Sinceramente él no iba a dar explicaciones, pero Harry platicó con él y le mencionó que ya se sentía listo para gritarle al mundo entero su alegría.

Así que el alfa no tardó ni un segundo más para subir a sus redes sociales la primera fotografía que mostraba a su omega embarazado y explicando la gran causa de su ausencia en la copa. Porque había alguien más importante en su vida que necesitaba su atención, que el resto del mundo podía esperar, ya que él no iba a separarse de su omega por nada del mundo.

No mencionó que tendría trillizos en sus redes. Solo a sus más cercanos amigos les contó esta noticia.

Esa semana los ramilletes de flores y regalos por parte de sus amigos del equipo no dejaban de tocar a su puerta. Regalos de club de fanáticos que Harry le daba un apretón a su corazón por los dulces deseos que ellos daban y las cartas de algunas omegas que ya eran madres, escribiéndole algunos pequeños consejos que él guardó.

También los compañeros de la empresa habían enviado regalos, sobre todo cuando el omega había dejado de trabajar por el cansancio que le daba tener a tres bebés en su vientre y que Atticus fuese el abuelo consentidor y más protector del universo con su pequeño cachorrito.

Y después de tantas batallas, los bebés se habían dejado ver por primera vez.

Aunque por esta vez, ni Harry ni Louis querían que les dijeran en ese momento el sexo de sus cachorritos. El ginecólogo había sonreído ampliamente cuando ellos les dijeron que le dieran tres sobres diferentes, cada uno con el sexo de sus bebés y después irían a la pastelería favorita de su omega, para pedir tres pequeños pastelitos para la revelación de género.

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