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Sujeto de transcripción de memoria: Slanek, miembro del Cuerpo Espacial Venlil

Fecha [hora humana estandarizada]: 21 de Agosto del 2136

Nuestra patrulla navegó a la deriva a lo largo de la frontera con la Federación, quemando combustible y esparciéndolo en la eterna noche. Marcel estaba bastante inquieto, sentado al timón de la nave y bajo mi supervisión. Los pilotos humanos no tenían experiencia alguna en el mundo real pilotando barcos; su única idea de las batallas interplanetarias fueron las torpes simulaciones que tenían. Era injusto incluso arrojarlos a la guerra por nuestra desesperación, tan poco preparados como estaban.

Y yo no podía dejar de pensar en los resultados de los experimentos y lo revolucionarios que serían tales hallazgos cuando se publicaran. Recuerdo cómo Marcel salió corriendo del laboratorio en un estupor empapado de sudor, y cómo yo tomé (creo que) la sabia decisión de darle algo de tiempo para recuperar sus sentidos. En su ausencia, Ilja compartió un análisis de I.A. acumulativo de todos los sujetos humanos de hasta el momento. Se necesitaba un tamaño de muestra mayor para validar los hallazgos, pero fue suficiente para tranquilizarme.

Teníamos pruebas de que los humanos sí sentían empatía.

Los depredadores fueron grabados haciendo cosas que decían disfrutar como base de placer: comer bocadillos azucarados, escuchar su canción favorita, jugar, etc. Se evaluaron una variedad de otras métricas para comparar, incluido el aburrimiento y la ira. Luego, les mostraron grabaciones de los arxurs torturando a nuestros hijos.

Curiosamente, las regiones de su cerebro que se activaron eran más similares a la línea de base del dolor físico (que determinamos mediante pinchazos en los dedos). Algunos participantes humanos quedaron tan perturbados por los vídeos que tuvieron que abandonar la sala. Esto incluso se manifestó en síntomas físicos, como frecuencia cardíaca elevada, palidez, vómitos y malestar general.

Para mi alivio, sin embargo, las restricciones resultaron ser una precaución innecesaria. A los xenobiólogos venlils les preocupaba que las imágenes violentas pudieran desencadenar los instintos depredadores y que los humanos pudieran experimentar una pérdida de control. Querían evitar tener que sacrificar a un sujeto si atacaba, era lo mejor para la seguridad de todos.

Mi mirada se dirigió hacia Marcel, con curiosidad rebosando en mi pecho. Evidentemente, el humano también estaba perdido en sus pensamientos. Su rostro estaba iluminado de rojo por las luces del tablero de mando, mientras lanzaba una ardiente mirada al suelo y a los pedales de la nave. Me preocupaba que fuera a arrancarse el cabello o algo, por la forma en que tiraba con sus dedos de los ásperos mechones de pelo castaño. Quizás debería dejarlo en paz, pero me moría por saber.

—Si me permites preguntarte, ¿qué es lo que te asustaba de nuestros científicos? —solté—. ¿De verdad pensaste que te harían daño? No tenemos la misma disposición que ustedes.

—Te vas a reír, pero... —dudó en responder—, la mayoría de nuestros viejos mitos sobre extraterrestres... eran...

—¿Sí?

—Bueno, implicaban que fuéramos secuestrados y usados para sus experimentos. Oye, por lo que sabía, estaban probando cómo reaccionamos los humanos a la tortura.

—¡¿Crees que somos tan bárbaros?! Nuestros científicos sólo quieren ayudarles a encajar. Necesitamos pruebas concluyentes de su capacidad empática. De lo contrario, nunca lograremos silenciar a los que dudan.

—No veo por qué necesitábamos demostrar, una vez más, que no somos como los arxurs. Los humanos no les hemos hecho nada.

—Ustedes son una contradicción a cientos de años de pensamiento científico, Marc. Sin mencionar que a ciertos grupos de la Federación no les agradan mucho más que a nosotros. Exigirán pruebas y no estoy seguro de que ni siquiera el más fino rigor científico resista su escrutinio. No es justo. Lo sé.

La Naturaleza de los DepredadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora