Entrada 12

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Sujeto de transcripción de memoria: Slanek, miembro del Cuerpo Espacial Venlil

Fecha [hora humana estandarizada]: 31 de Agosto del 2136

No puedo recordar el momento exacto en el que me quedé dormido, pero en ése momento me sorprendió bastante que mis instintos me lo hayan permitido, porque no había mayor momento de vulnerabilidad que cuando uno dormía: era un estado de conciencia disminuida, y conllevaba a una capacidad para reaccionar ante las amenazas prácticamente nula. En su tiempo, me pregunté si Marcel había sido capaz de comprender cuán profunda debió de haber sido mi muestra de confianza como para haberme dormido en su presencia.

En el lapso en que desperté, sentí cómo el humano se levantó, fue agachado de regreso a la esquina en la que lo encontré y se quedó ahí, mirándome. Moví mi cola hacia el depredador, como una forma de saludo, y él me lo devolvió con una sonrisa. Esa exhibición aún me parecía siniestra, pero ahora era más soportable debido a que conocía la intención detrás de ella. Además, por muy terrible que fuera su estado físico, el hecho de que me mostrara los dientes significaba que se hallaba de mucho mejor humor que ayer, y eso era lo único que me importaba.

—Esa herida en tu cabeza... debe de ser muy fea si estás dispuesto ahora... a acercarte a mí así —dijo Marcel. Aún tenía dificultad al hablar, pero su tono humorístico había vuelto a su voz, aunque ésta sonaba tensa—. ¿Cómo te sientes?

—Mejor —respondí, tocando mi vendaje—. Creo que puedo volver a caminar.

—Dios —suspiró el humano—, no me di cuenta de que no podías moverte... Entonces fue por eso que no huiste... Creo que ayer escuché solo lo que quería escuchar. Estaba delirando... Lo lamento.

—No, no estabas delirando. Dije lo que dije, y lo hice en serio. Ahora estamos juntos en esto.

El sonido de su estómago retumbando interrumpió nuestra conversación unos instantes después. El gorgoteo persistió, fuerte e insistente. La expresión de Marcel se transformó en una de verguenza y un atisbo de disculpa vislumbré en sus ojos. Creo que pensó que eso me había hecho sentir incómodo, pero no hizo nada mas que aumentar mi preocupación. Ningún ser puede sobrevivir sin alimento.

—¿Te han dado algo de comer? —pregunté entonces.

El humano sacudió la cabeza: izquierda a derecha, "no".

—¿Y agua? Yo también tengo sed.

Marcel señaló a un cubo oxidado en otro rincón, el cual estaba lleno de un líquido grisáceo de apariencia desagradable. La sola idea de lamer de ese contenedor mugriento me provocó un poco de nauseas. Sin embargo, si pasaba más tiempo, no nos quedarían muchas opciones, y no quería tomar del único recurso que tenía el humano, por ahora.

—Muy bien, tenemos que salir de aquí —dije—. Hay que pensar, ya se nos ocurrirá algo.

Miré al cristal, tratando de descubrir la forma en que podía persuadir o convencer a los oficiales de la Federación al otro lado. El capitán, Sovlin, estaba ausente, lo cual era bueno. El médico Zarn parecía estar teniendo una acalorada discusión con un kolshiano que hasta ahora no había visto. Me pregunté: «¿Quizá nuestra compañía les estaba haciendo cuestionarse sobre lo que sabían de los humanos?»

Giré mis oídos hacia ellos, esforzándome por captar sus palabras desde el otro lado del cristal. Zarn levantó las crestas de sus ojos con disgusto en el momento en que lo escuché decir:

—... más traumas. Nunca debimos haberlo arrojado ahí, Recel.

—Lo sé —respondió el kolshiano, Recel, con una voz sedosa—. El capitán me dijo que podía liberar a Slanek una vez que el depredador intentara algo. Solo quiere hacerle entrar en razón, Sovlin no dejaría que se comiera al joven venlil, ¿sabes?

La Naturaleza de los DepredadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora