Cap. 117-119 (Hogar de Bienestar del Amor)

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Capítulo 117

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Una vez transcurridos los 10 minutos, Mu Ke se levantó de un salto como un gato que se había perforado el trasero con una aguja que la abuela había dejado en algún lugar. Abrió la puerta y revisó el exterior. Tras asegurarse de que ninguna maestra venía, Mu Ke comenzó a tocar furiosamente la puerta de la otra aula de manualidades.

"¡Bai 6!" Había lágrimas ocultas de ansiedad en los ojos de Mu Ke, "¡Bai 6! Escuché tus palabras y esperé durante 10 minutos, ¡ya pasaron los 10 minutos! ¡Sal! ¡No quiero escapar solo!"

Miao Gaojiang entonces levantó al pequeño Mu Ke, que todavía estaba golpeando la puerta y dijo: "¡La maestra vendrá pronto! Vámonos primero. Bai 6 nos alcanzará más tarde. ¡Todavía corres más lento que él!"

"¡No!" El pequeño Mu Ke lloró y gritó con todas sus fuerzas, "¡No quiero irme sin él! ¡Quiero que escapemos juntos! ¡Él nunca me ha dejado atrás tampoco!"

Miao Gaojiang quedo aturdido, y Mu Ke aprovechó esta oportunidad para zafarse de su hombro.

Mu Ke contuvo sus gritos y se secó las lágrimas de todo su rostro con el codo mientras miraba el pasillo para comprobar si venía alguna maestra y luego siguió tocando locamente la puerta. "¡Bai 6! ¡Abre! ¡Te lo ruego! ¡Abre!"

La puerta se abrió bruscamente, y el pequeño Bai 6 se plantó en el umbral intacto, un poco pálido.

Miró inexpresivamente al lloroso Mu Ke y cuestionó: "¿No te dije que te fueras por tu cuenta?"

El pequeño Mu Ke sacudió la cabeza, con lágrimas en los ojos, como un gatito que nadie quería a punto de abalanzarse sobre el cuerpo de Bai 6. Estaba asustado, así que acusó: "¡Me mataste de miedo! Woooo. ¡¿Por qué no abrías la puerta?!

"Liu Jiayi no vendrá". El pequeño Bai 6 evitó el abalanzamiento de Mu Ke. Su pálido rostro tembló un poco pero finalmente mantuvo su expresión tranquila. No se cayó, pero un poco de sangre se filtró por las comisuras de su boca. Miró a Mu Ke que se moría por aferrarse a su mano y lloraba desconsoladamente, con una expresión un poco confusa e impotente.

Nunca antes había recibido unas lágrimas tan extrañas y apasionadas. Esto hizo que el chico, algo agotado, se sintiera un poco inseguro de qué hacer con ellas.

Al final el pequeño Bai 6 palmeó el hombro de Mu Ke, que seguía secándose las lágrimas, y luego retrajo débilmente la mano, "Ella quiere quedarse aquí. Me pidió que le hiciera un dibujo para dárselo a su hermano, así que se lo hice. Quizás estaba tan concentrado que no te oí llamarme. En cualquier caso, ya terminé de dibujar y la maestra viene. Vámonos rápido".

Bai 6 se obligó a soportar la sensación corrosiva en sus órganos internos y siguió la espalda de Mu Ke con una expresión muy sosa. Antes de irse volvió a mirar a Liu Jiayi, que estaba sentada en el alféizar de la ventana.

Liu Jiayi levantó la cabeza y cerró los ojos, bañándose bajo el sol naciente. Su cabello desordenado y castaño parecía hilos dorados que le envolvían la cabeza como un halo divino mientras se apoyaba silenciosamente contra la ventana, con las pestañas también pintadas de un brillante color dorado.

Bajo la luz dorada y esperanzada de la mañana, Liu Jiayi abrió lentamente los ojos y miró fijamente a Bai 6, quien le devolvió la mirada.

Cuando Liu Jiayi se volvió contra la luz, sus ojos eran de un blanco puro y nebuloso. Esta niña delgada y frágil era tan pura como un ángel y en su mano sostenía el sencillo dibujo que Bai 6 le acababa de dibujar. En el dibujo, Liu Jiayi estaba sentada en la cama del hospital completamente diferente a su apariencia actual: Tenía la cabeza abrazada y estaba acurrucada contra sus rodillas como un pajarito asustado de todo. Llevaba una bata de hospital de gran tamaño y sostenía un muñeco estilo Bai Liu con la cabeza girada 180 grados.

ME CONVERTÍ EN UN DI0S EN UN JU3GO DE T3RROR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora