𝑰. 𝑳𝒂 𝑰𝒏𝒗𝒊𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏

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Bradley de verdad odiaba a Max, como nadie podría hacerse una idea

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Bradley de verdad odiaba a Max, como nadie podría hacerse una idea.

Odiaba que lo hubiese rechazado pese a ser literalmente el, ¿que más quería Max para unirse a su equipo? ¿Acaso no veía que el era el capitán de tal grupo?

También odiaba como no podía controlar a sus amigos, quienes constantemente vivian diciéndole comentarios hirientes y tratando de esconderlos en bromas que absolutamente a el no le parecían graciosas. Si, el no controlaba a sus amigos, pero ver como pese a Max no le hacían ni un poco de gracia sus bromas no dijera que eran de mal gusto le irritaba.

O inclusive como recientemente le exigía a su equipo acomodar sus toallas sucias en el cesto de las toallas sucias, ¿por que lo hacia? ¿Fue por que casi lo ve llorar por su inútil esfuerzo como buen chico de las toallas?

Típico de Max, siempre creyéndose un salvador que puede ayudar a cualquiera, era un tonto.

De verdad que no podía soportar al pelinegro, era simplemente incomprensible para el castaño, no entendía por qué actuaba de la manera en la que actuaba, no entendía por qué siempre que  lo veía sentía nauseas, quizás era  por lo absolutamente desagradable que era.

No entendía por qué cuando Max lo miraba sus palmas comenzaban a sudar, quizás por las enormes ganas que tenía de besarle.

No entendía por qué su corazón latía tan rápido que lo sentía salir de  su pecho, quizás era un latido de molestia por ver su fea cara.

No entendía por qué cada que veía a Max sus ojos viajaban hasta sus labios, quizás... quizás... bien Bradley no lo sabía.

Y eso era lo que más le molestaba, cuando se trataba de Max todo parecía perder el sentido.

Justo como en esos momentos, Bradley se encontraba odiando a los idiotas de  los amigos de Max, y es que no entendía si acaso vivian en un maldito basurero, o por que no eran capaces de poner toallas sucias en un cesto, pero eso no era nada nuevo, habiaa sido así desde que Bradley era el chico de las toallas.

La cosa era, que ese día Max se encontraba ahí, sentado en una banca mirando su teléfono, ya cambiado y con sus zapatos a medio abrochar.

¿Que hacia Max aun ahí?

Bradley decidió ignorarlo, no era su asunto.

Así que una vez termino de recoger toallas se encaminó a la salida, pero una mano en su ante brazo se lo impidió.

— ¿Qué rayos quieres novato? — pregunto irritado el castaño mientras se volteaba a mirar al más bajo.

Este solto su brazo y comenzó a rascar su nuca — Yo... nosotros, nosotros ya sabes los chicos y yo... yo-nosotros haremos una... ¿fiesta? O no lo se algo así — comenzó a decir Max de forma dispersa.

Bradley le miró molesto, ¿Para eso lo había interrumpido en sus labores? ¿Solo para presumible su fiesta de ñoños?

— Bueno la cosa es que... la fraternidad hará una fiesta y me preguntaba... ¿te gustaría ir? —

Bradley se sintió aturdido ante tal petición, esperaba cualquier otra cosa antes que aquella invitación.

Parpadeo sin saber que responder con certeza, mirando a Max con los ojos abiertos. El contrario solo le veía con nervios, preguntándose si haberle invitado habiaa sido buena idea, después de  todo ellos no tenían una buena relación... de hecho, no tenían si quiera algún tipo de relación.

— ¿Y para que querrían tu y tu fraternidad de bárbaros mi presencia en una fiesta de frikis? — pregunto con algo de burla el castaño, quizás las intenciones de Max eran buenas, pero quizás no lo eran.

Después de  todo para Bradley, Max era un ser que escapaba a su concepción de vida inteligente, siempre actuando de manera errática y contradictoria.

— Por que... por que... — Max lo pensó unos segundos, realmente ni el sabía bien el por qué. Sólo leyó los mensajes del chat grupal sobre una fiesta en la fraternidad y creyó que Bradley ahí seria algo genial — Pues tu... eres como de la fraternidad — comentó de forma para nada convincente el menor, Bradley arqueo una ceja y le miro incredulo.

— ¿En serio? — pregunto casi con sarcasmo — ¿Yo? — cuestiono incrédulo — ¿El mismo chico del que se burlan por que recoge toallas? ¿El mismo del que se burlan todos los días? — pregunto con molestia — Dime otra excusa Max, deja de ser un idiota por una sola vez — solto irritado.

Dio la vuelta listo para irse, estaba un noventa y mueve punto nueve por ciento seguro de que aquella invitación era una trampa y que si iba seguro terminaria lleno de miel y plumas en medio de la sala principal de la fraternidad de los chicos que se reían de él, con ruidos de gallina de fondo y toda la fiesta viéndolo y riéndose de él. O quizás solo lo molestaría y tiraría un par de tragos encima y sus alucinaciones sobre lo que pasaría estaban demasiado basadas en películas.

Max volvió a tomar su brazo, Bradley esta vez no dijo nada, solo lo miro molesto, Max suspiro y miro a Bradley de forma seria.

— Bien, solo... quiero que tu y yo... y los chicos, si los chicos, tengan una mejor relación — comentó, Bradley aún le miró sin creer sus palabras — creo que ellos te ven de forma distinta y... si te vieran en un ambiente más relajado y de diversión entenderán... entenderán que eres alguien muy cool — admitió con seguridad el azabache.

Bradley sintió, por alguna extraña razón, sus mejillas arder ante tal confesión.

Max creía que el era cool.

— Pero si no quieres ir no hay problema — admitió el menor — la fiesta comenzará a las diez, habrá mucha gente de diversas facultades, será divertido — Bradley aparto la vista hacia los casilleros mientras pensaba — Sería... sería bueno verte por ahí, nos vemos luego —

Se despidió, acomodo su mochila en su hombro y salió de los vestidores, dejando a Bradley preguntándose que rayos sucedía.

Y recordando por qué el odiaba a Max, por su forma tan extraña de actuar.

Hace una semanas ni si quiera se dignatarios a mirarle, y ahora decía que el era "cool", ¿Acaso Max tenía doble personalidad o algo así?

Por que sus acciones eran tan contrarias que escapaban de la comprensión lógica de Bradley.

Y no sabía si realmente debía de ir o no a la fiesta de Max, no debía ceder ante sus palabras extrañas.

Podía ser una trampa, después de todo si algo parecían disfrutar los amigos de Max era reírse de él, lo más seguro es que el extraño comportamiento de Max era parte de una broma que le jugarían en esa tonta fiesta de fikis.

El estaba seguro de ello, una fiesta trampa para humillarlo, Max no era alguien en quien podía confiar.

¿O si?

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𝑺𝑬𝑪𝑹𝑬𝑻 // 𝑴𝑨𝑿𝑳𝑬𝒀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora