Tras la victoria de Max en los X-Games Bradley se encarga de ser el chico de las toallas del equipo de patinaje de Max, ambos se ven forzados a inerentemente pasar más tiempo juntos.
Descubriendo que tal vez aquel rechazo por parte de Max le había...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Debemos... darnos un tiempo Max, terminemos — solto el castaño con voz triste.
El más bajo nego con desesperación.
No.
No podían terminar.
— No Brad... Bradley t-te prometo que le diré a mi padre — comentó desesperado el más bajo — Puedo hacerlo ahora, vamos yo... yo le diré ahora mismo — sugirió con rapidez, tomando la mano ajena, dispuesto a ir con su progenitor.
Bradley nego mientras apartaba su mano del azabache.
— No yo... lo siento Max, no creo... no quiero que lo hagas por mi... Max, quiero que le digas a tu padre lo nuestro por que te sientes seguro, no por que te voy a terminar — afirmó.
— Quiero decirle, le voy a decir ya, ¿bien? — se apresuro a aclarar — no... no me termines, porfavor — suplico con un hilo de voz.
Bradley hizo una mueca y aparto la mirada, le dolía ver a Max así, no quería verlo así.
— Necesitamos... necesitamos este tiempo Max, te lo aseguro — sentenció el castaño.
Max sintió ganas de tirarse al piso a llorar, quería arrodillarse frete a Bradley y pedir perdón una y mil veces, quería ir con su padre y contarle de su noviazgo con Bradley, solo quería que Bradley no se alejara de su lado.
— Nos vemos el lunes Max, ten un lindo fin de semana — deseo con una sonrisa, dando la vuelta y saliendo del establecimiento.
Max se quedó congelado en su lugar, viendo a Bradley alejarse, queriendo ir tras el, pero sus piernas no se movían.
Nada a su alrededor se movía, era como si todo se hubiera congelado, a excepción de Bradley, quien parecía alejarse con rapidez, desapareciendo de su vista en un parpadeo.
Max no supo que hacer, su cuerpo no respondía, su menta parecía haber dejado de funcionar y su pecho dolía como si alguien le hubiese arrancado el corazón del pecho y pisoteado, sentía tantas ganas de golpearse a sí mismo, de reprender por haber lastimado a Bradley.
Quería desaparecer.
— ¿Maxxie todo bien? — el azabache se sobresalto al sentir la mano de su madre en su hombro.
Abrió la boca, pero la misma sensación de una falta de cuerda vocales lo invadió, no pudo hablar. Solo asintio y dio una sonrisa torcida a su padre, que no muy convencido animo a ir a la cabaña que habían rentado para su fin de semana padre e hijo.
Y Max solo se pudo sentir peor, por que ahora, después de todo lo ocurrido, no tenía ganas en lo absoluto de ir a pescar con su padre.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
