2. ¿Bernice?

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Capítulo 2: "¿Bernice?"

—Puedo hacer un debate completo de por qué venir a la Iglesia no es necesario en absoluto.

—Pues te echarías a todo el pueblo encima si haces eso. Probablemente al mundo entero.

—Yo estoy adelantada a mi época —Hanni lanzó su cabello hacia atrás. —Hasta mi ropa es exótica.

Haerin soltó una risa genuina cuando miró el atuendo de Hanni que era muy parecido a lo que las Spice Girls usaban, pero un poco más colorido.

Ambas chicas estaban afuera de la Iglesia Yong ayudando con las cooperación para hogares de personas mayores y orfanatos de niños. Haerin sostenía una caja de cartón donde solo estaba la bolsa de papel higiénico que Hanni dejó y sus toallas húmedas.

—¿No quieres entrar? —preguntó.

—No, quiero ver como las señoras se escandalizan porque estoy mostrando el abdomen —sonrió con burla. —Mira, ahí viene la señora Jeong.

Haerin miró a lo lejos y, efectivamente, ahí venía.

La señora Jeong era una mujer de unos cincuenta años que colaboraba mucho con la Iglesia, sobre todo desde que enviudó hace dos años atrás. Se había hecho cercana a la religión por su tristeza y desde ese momento que iba sagradamente a misa. Sin embargo, era una mujer bastante conservadora, cosa que era muy normal, pero Hanni era ese tipo de "alma libre" que su sola presencia causaba un revuelo en las personas mayores o aquellas que tenían tradiciones muy de casa.

Una camisa tan corta como la que tenía Hanni y ese pantalón de cadera, era un espanto para cualquiera que tuviera tradiciones.

Y la señora Jeong era una de esas personas.

—Dios mío, señorita —dijo con su típico tono de voz dramático y chillón.

Hanni esperaba el reclamo ansiosa.

—¿Vas a entrar así a la Casa del Señor? —la miró de pies a cabeza.

—Sí —asintió casual. —¿No cree que es lindo?

—No, no, esto es mucho —tapó sus ojos. —Dios te libre de todo mal y te lleve por el buen camino, jovencita.

Haerin aguantaba la risa con mucha fuerza.

—No se preocupe, señora, no soy monja —le dijo mientras entraba a la iglesia.

Una vez la perdieron del alrededor, se echaron a reír con ganas.

—Tanto escándalo —Hanni continuaba riéndose. —Nunca vieron el abdomen de una mujer.

—Tienes personalidad para usar algo así —comentó Haerin.

Al contrario de Hanni, Haerin era muy clásica para su ropa. De vez en cuando usaba faldas floreadas largas y camisas de mangas cortas que eran ajustadas a su cuerpo, pero la otra parte del tiempo usaba pantalones comunes y suéteres de colores cálidos.

Hanni era la que experimentaba con todo tipo de ropa y tenía un millón de atuendos.

—A mí me gusta —se encogió de hombros —. Insisto que vengo de otro mundo. Estoy totalmente adelantada a este pueblo.

—O este pueblo está muy atrás en la actualidad.

—Es otra opción —asintió. —¿Crees que valga la pena ir al Baile de Primavera?

El cambio de tema fue abrupto para Haerin, sobre todo porque estaba pendiente a las personas que llegaban a la Iglesia y echaban la mínima cooperación que pudieran traer, pero fue necesario.

kang haerin y sus deseos mal hechos | daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora