3. Hong Eunchae, la periodista oficial de la radio escolar.

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Capítulo 3: "Hong Eunchae, la periodista oficial de la radio escolar".

Haerin tenía un día más para pensar su decisión acerca de Danielle, pero sabía que los cheesecake se acabarían pronto porque eran pasteles muy recomendados en el pueblo. Por eso tenían el precio que tenían.

Aún era temprano, por lo que en la panadería cercana a la casa de Hanni tendría pasteles. Su primera parada fue allí y, afortunadamente, estaba vacío.

La campana de la entrada sonó avisando su llegada y el aroma a pan recién horneado, con esa dulce crema pastelera y la calidez de la tienda, hicieron que Haerin sonriera con mucho gusto.

—Buenas tardes —saludó la señora Jun, sonriente.

Haerin hizo una reverencia y se acercó al mesón principal para pedir lo que quería.

—Me gustaría llevar un cheesecake, por favor —pidió.

—Es tu día de suerte. Nos queda el último.

—¿En serio? —se sorprendió. —Son realmente un éxito en el pueblo.

—Sí, mucha gente los compra, sobre todo en la tarde —contestó. —Enseguida lo empaco.

—¡Ah! Y quería algo más —avisó rápido. —Un jugo de durazno.

—Adelante —señaló el estante donde los bebibles se encontraban.

Agradeció por última vez y se dirigió a la sección correspondiente.

Si había algo que a Haerin le gustaba mucho, era el jugo de durazno. Su abuela hacía de vez en cuando cuando venía de Daegu y era natural, mil veces más rico, pero la temporada de duraznos aún no llegaba. Una lástima.

Sacó una caja mediana y sonrió.

Volteó para volver a la caja, pero de repente divisó una máquina de peluches que estaba al lado de los canastos de verduras y frutas. Se veía nueva, muy moderna y Haerin siempre quiso jugar en una de esas, como salía en la televisión.

Si bien no tenía mucho dinero, las monedas le alcanzaban para jugar unas cinco veces. Suficiente para probarlo.

Regresó al mesón, pagó lo correspondiente, se lo dieron en una bolsa con un plástico que protegía el cheasecake y dio la gracias una vez más.

Le sobró el dinero suficiente para jugar en la máquina.

Colgó la bolsa del pastel en su muñeca y abrió, primero que todo, su jugo. Seguido a eso dio un sorbo y lo apoyó en la superficie donde estaba la palanca y los botones.

Sacó una moneda de su bolsillo y la introdujo.

Aparentemente tenía cierta cantidad de segundos para agarrar un peluche y eso la puso nerviosa, ya que no estaba segura de cómo hacerlo. Por lógica, solo movió la palanca y la garra dentro de esa cabina empezó a moverse sin equilibrio.

—Oh —Haerin se sorprendió —, ¿cómo funciona?

Sin saber, apretó el botón que decía "press".

La garra bajó, no agarró absolutamente y entonces Haerin entendió lo que tenía que hacer para ganar algo.

Le quedaban cuatro intentos, de los cuales dos fracasó y perdió. Eso la hizo frustrase un poco, pero un sorbo de jugo de durazno la calmó.

Antes de colocar otra moneda, Haerin sintió la puerta del negocio ser abierta. La campanilla sonó un par de veces y eso indicaba que alguien estaba allí.

kang haerin y sus deseos mal hechos | daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora