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Puedo recordar el pasado... Cuando las estrellas estaban brillando; Todas las cosas que cambiaría si pudiera regresar el tiempo...

   Finalmente había llegado. —Hogar, dulce hogar. —André se detiene para admirar la sobresaliente estructura que se divisa a la distancia de manera predominante. Le Fortezza, el castillo de aspecto medieval que él y sus hermanos tomaron como propio cuando llegaron allí, haciéndose con lo que anteriormente era un pequeño pueblo moribundo. Estuvo en poder de un Marqués Toscano que fue fácil de comprar con lo mucho que habían conseguido de su estadia en Capua como lanistas. En aquel entonces, el lugar estaba pasando por un mal momento debido al comienzo de las rebeliones contra el Imperio Romano, con los altos mandos "reclutando" hombres para enviar en sus misiones, además del dinero que "pedían" a los ciudadanos para colaborar con la causa. —Te he extrañado. —posando una mano en uno de los muros, puede sentir que está de nuevo en esa época cuando lo vió por primera vez y quedó maravillado como un niño. No podía creer que viviría en un lugar así.

«Es algo que personas con nuestro poder merecen» Su hermano mencionó.

Fueron conocidos como dioses, ahora serían gobernantes, recuerda haber pensado. El tiempo te obliga a cambiar, a moldearte. Si no lo haces, sólo te queda morir para perderte en el pasado. Era algo que había aprendido hace demasiado tiempo.

Detrás de la muralla que forma el castillo, protegiendo los terrenos internos, André se detiene en la parte trasera de la única torre que se alza por sobre el resto de la estructura. Ingresando por una puerta oculta, se encuentra con dos tramos de escaleras antiguas llenas de polvo. La que desciende perdiéndose en una densa oscuridad va directo a los salones ocultos, todo otro espacio subterráneo. André toma la que asciende en espiral, la cual lleva a cuatro pisos diferentes; el primero, su habitación, el segundo la habitación de Baza, el tercero la habitación de Zestial; por último, el cuarto piso, la biblioteca personal de los tres. Era más angosta, con varias ventanas alrededor. Funcionaba como su lugar privado de reuniones.

André se detiene en su habitación, no se atreve a subir más.

El espacio esta igual a como lo recordaba la última vez que estuvo allí. Rústica, oscura, llena de cosas que consideraba tesoros. A diferencia de su hermano Zestial que le gustaba coleccionar conocimiento (libros / pergaminos) o Baza que admiraba el poder de las armas, él se sentía atraído por la belleza de las cosas brillantes.

...

—¡Zalin! —Baza, acercándose por el pasillo de aquella casona en Capua, llamó la atención de André, quien desde la seguridad de la sombra veía a los gladiadores luchar. —¿Estudiando los movimientos de nuestros nuevos hombres? —su hermano mencionó con una sonrisa bromista que insinuaba algo más. André sólo pudo sonreír, levantándose de donde estaba sentando "leyendo".

—¿Deseas algo, hermano? —el ludis había sido idea de Zestial cuando llegaron a Italia, lo cual había sido brillante. No sólo ganaban dinero, sino también alimento. Compraban en secreto los cuerpos abandonandos en la arena, así que siempre tenían sangre en casa. Y aunque habían escuchado sobre reuniones clandestinas donde sacrificaban personas para consumir su sangre y comer sus cuerpos, preferían mantenerse al margen de esa clase de fiestas organizadas por (a veces) otros vampiros de la zona. Había al menos dos aquelarres cerca además del suyo, en el que sólo eran él y sus hermanos.

No fue sencillo, en varias ocasiones tuvieron confrontaciones entre ellos.

—He venido a entregarte esto. —Baza tomó su mano, manteniéndola entre ellos mientras colocaba un brazalete de oro decorado con pequeños rubíes. —¿Qué te parece?

"Vulturi" | Carlisle Cullen [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora