Capítulo 9

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Kageyama nunca había podido confirmar la existencia de los almuerzos aburridos por no decir incómodos hasta ese momento. Jamás pensó verse envuelto en una situación así. Ya iba a terminar su plato, pero podía jurar que la máxima interacción que había tenido con Oikawa en todo ese rato fue un par de cruces de miradas ya que el otro no había despegado la vista de su móvil en todo ese rato.

―Terminé ―dijo el castaño con cierto orgullo dejando el celular a un lado para poder estirar sus brazos como si de una ardua tarea se tratara.

El ojiazul lo miró en silencio, aún tenía comida en la boca, esperaba que volviera a agarrar su celular para que lo siguiera ignorando pero no fue así. Trató de evitar su mirada a toda costa ya que no dejaba de sentirla encima, así que como si fuera la cosa más interesante del mundo fijó su mirada en el plato vacío de Oikawa delante suyo.

―¿Te sientes bien? ―las palabras de Oikawa no tardaron en hacer efecto en Kageyama que levantó la vista obligándolo a hablar con él.

―Estoy perfecto ―dijo dándole un sorbo a su vaso con agua― ¿Qué piensas hacer después de esto?

La pregunta le salió por pura curiosidad, estaba aburrido y no es que quisiera pasar tiempo con él, solo quería romper un poco esa barrera que tenían todo el tiempo.

―No lo se, supongo que... ―alargó su última palabra al darse cuenta que no sabia que responder, no lo había pensado, ni siquiera había preparado ni buscado actividades para hacer en algún lugar como siempre hacía antes de ir de viaje― Jugaré un rato.

―¿Vóley? ―la forma casi instintiva que salió la pregunta de la boca de Kageyama le sacó una fina sonrisa a Oikawa que alzó los hombros como si fuera pura lógica.

―Claro, es lo que mejor se hacer, si voy a estar una semana fuera no puedo volver oxidado

―No volverás así.

―No cuenta si lo dices tú ―se puso de pie al tener los platos pagados, iba a darse media vuelta e irse hacia su hotel pero no podía evitar pensar en lo grosero que sería irse sin más― ¿Vamos?

El pelinegro consideró ignorar su pregunta mientras iba metiendo la silla en su sitio pero terminó cediendo ante su pregunta.

―¿A dónde?

Oikawa alzó los hombros con obviedad.

―Voy a dejarte en tu hotel, si no es que te quieres ir solo

―¿Puedo jugar vóley contigo?

La pregunta lo tomó desprevenido. Sin contar el hecho que lo había tuteado. Sonrió antes de voltearse y lo miró la forma en que lo miraba, podía jurar que esos ojos azules lo veían así cada que hablaban de vóley.

Chasqueó la lengua al cruzarse el inestable recuerdo que tenía de él en la secundaria. Su cara no había cambiado en nada, solo su seriedad como modo de autodefensa.

Según él.

―No. Ahora vamos que se está haciendo tarde.

No era tarde y Kageyama lo sabía, era un poco más después del mediodía. Las personas estaban por las calles tomándose fotos o simplemente comiendo helados juntos.

―¿Crees que haya alguna cancha por aquí?

La pregunta atrajo la atención del ojiazul que meneo la cabeza a los lados sin saber qué decir. Le pareció tonto hasta cierto punto, como le preguntaba a alguien que no conocía el lugar como él.

―No lo creo ―su tono fue bajo― Todo está cubierto por la nieve.

La risa de Oikawa se escuchó y el pelinegro lo miró de reojo sin entender el motivo de esta.

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