Capítulo 3

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Estaba demás decir que no se lo esperaba. Kageyama se quedo sentado al lado de Hinata y el corto silencio que hubo solo fue para que procesara bien todo lo que acababa de escuchar, en otra situación tal vez se hubiera burlado de él pero ahora ni se le cruzo por la cabeza.

—Tal vez puedas cambiar tu destino...—murmuró mientras se ponía de pie para buscar unos pañuelos pero Hinata lo agarró de la muñeca para que no se fuera.

—Es imposible —negó con la cabeza mientras le daba un pequeño tirón para que no lo dejara, lo había pensado todo el camino de vuelta a su pueblo y se le hacia un nudo en la garganta cada que lo recordaba—Tu tenias razón, no debí ir a buscarlo.

Kageyama se sentó y puso una mano sobre su espalda, no era bueno consolando, no sabia que decir pero Hinata era consciente de eso y apreciaba aunque sea que lo escuchara.

—Al menos tu todavía puedes conocer a tu alma gemela en su debido momento—volvió a hablar mientras se limpiaba las lagrimas con la manga de su ropa.

—Ah... si, supongo que esa es una ventaja —sus palabras le hicieron recordar el lio en el que estaba metido, por un momento pensó en contárselo a Hinata, pero verlo tan mal lo hizo retractarse de su decisión.—Tenemos que dormir.

Sabia que pasaría la noche en su casa así que fue a buscar una manta para cubrirlo pero cuando regresó a la sala vio que se había quedado dormido en el sofá, no lo despertó porque eran las 5 de la mañana, no faltaba nada para que se hiciera de día y pensándolo bien el también necesitaba dormir porque ese día por mas que quisiera evitarlo tenia un partido "importante"

Iban a jugar contra el Aoba Josai y aunque fuera un amistoso lo ponía de nervios saber con quien tendría que cruzarse nuevamente. Se tiró en otro sofá cercano al de Hinata y tiró su cabeza hacia atrás dejándose consumir por el poco sueño que le quedaba por conciliar y para que sus pensamientos por fin se callaran.

La alarma de su celular sonó más pronto de lo que se había imaginado, cuando prendió la pantalla del mismo vio que eran las 7 y 30.

—Mierda—salió de sus labios mientras veía al peli naranja aun recostado sobre su sofá— levántate idiota, ¡vamos tarde!

Y ojalá lo hubiera dicho solo para asustarlo y despertarlo antes de la hora pero no era así, debían estar en la cancha a las 7 porque el partido empezaba a las 8.

—Cinco minutos más—murmuró el menor de los dos entre su somnolencia hasta que se dio cuenta que no estaba en su casa—¿Kageyama?

Gritó como si se le hubiera olvidado que había llegado ahí en la madrugada, el pelinegro le dedicó una mirada de obviedad pues quien mas iba a ser.

—No tengo tiempo, salgo en 3 minutos vamos tarde—le aviso haciendo que el otro viera la hora en su celular y sobresaltándose por eso mismo.

—¡Vamos tardísimo!—gritó nuevamente sabiendo que aunque fueran corriendo les tomaría más de media hora llegar.

Kageyama suspiró intentando ignorar los gritos y subió a su habitación para vestirse lo más rápido que pudo, ni siquiera se peinó porque realmente no era tan necesario, pero se detuvo delante de la puerta de su baño cuando vio su reflejo en el espejo.

Se veía tan mal y no es que fuera así siempre, si no que tenia las ojeras muy marcadas, nunca le había preocupado su apariencia pero no dejaba de dudar entre irse así nomás o lavarse antes.

—¡¿Kageyama ya?!—escuchó el grito desde la primera planta y eso solo le hizo fruncir el ceño cuando ya había tomado una decisión.

—Cállate ya voy—le gritó de vuelta agachándose delante del lavabo para mojarse el rostro antes de echarse el jabón en la cara, se lavo los dientes con mucha brevedad e incluso llegó a echarse una minúscula cantidad de perfume lo suficiente para saber que no iría sucio.

Destinados a ConectarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora