La escuela de hechicería de Tokio, siempre ha sido un lugar de oportunidades para los hechiceros. Sayuri está dispuesta a tomarla, siempre que se aleje de su familia. El clan Iekami, está lleno de misterios y secretos que aún no conoce, pero que sol...
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Cuando las clases terminaron, Satoru y Suguru se alejaron siguiendo su propio camino.
- Nos vemos Iekami. -se despidió Suguru con una leve sonrisa. Sayuri sonrió de vuelta y agitó su mano. Satoru ni siquiera se despidió.
A su lado, Shoko recogió sus cosas lista para irse. Sayuri la imitó.
- ¿Saber ir a tu habitación? -preguntó dudosa.
-Si claro. -contestó Sayuri convencida.
-Genial. Entonces nos vemos mañana, tengo que ir a comprar. -se despidió Shoko agitando su mano.
Tenía muchas preguntas que quería hacerle, pero Shoko se iba con mucha rápidez.
- Oh, entonces pásalo bien. -Sayuri sonrió agitando su mano. Antes de darse cuenta estaba sola en el aula.
La soledad no era algo nuevo, estaba tan acostumbrada que le había pillado el gusto. Quería actuar con la mayor normalidad posible, pero era la primera vez que estaba el mundo exterior. Todo era extraño y confuso, tan diferente de lo que era su hogar...
Recogió sus apuntes y salió del aula hacia el edificio donde se encontraba su habitación. Sin ningún plan en mente salvó descansar. Suguru y Satoru estaban fuera hablando, tenía que pasar justo por su lado.
"Eso no es un problema", pensó.
Su mirada se cruzó con la del pelinegro, ambos sonrieron con amabilidad, casi como un saludo. Ni siquiera se percato del otro compañero.
- Sayuri. -Satoru llamó su atención. Volvió a llamarla por su nombre, sin importarle la cortesía o la educación, casi como si quisiera molestarla. Llamarla por su nombre cuando la acababa de conocer era como decirle: tengo más poder que tú, soy mejor que tú... - Lucha conmigo.
Ella lo miró como si estuviera loco. Empezaba a pensar que lo estaba de verdad. Era una propuesta inesperada y sin sentido. Torció el gesto y lo ignoró caminando de nuevo. Tan solo quería molestarla, por simple aburrimiento, como si fuera un mono de feria para su entretenimiento.
-¡Sayuri! - la llamó en la distancia para provocarla.
-No. -dijo con rotundidad. No tenía ganas, ni energía. Además ¿qué sentido tenía luchar? ¿Qué buscaba probar? Sin una motivación era simplemente una perdida de tiempo.
-Pero...
- Déjala. -regañó Suguru. Fue lo único que escuchó de ambos.
Sayuri entró en su habitación y dejó los apuntes sobre la mesa. Se dejó caer en la cama mirando el techo. Estaba cansada mentalmente. Eran muchas emociones que gestionar, pero merecía la pena. Cada segundo merecía la pena. Sentía que aquel lugar podía convertirse en su nuevo hogar, era cuestión de tiempo.
