Sayuri siempre había sido de esas personas que van a lo suyo. No había un momento en su mente para autocompadecerse. Si algo no salía bien a la primera, se esforzaba para que le saliera perfecto a la segunda. Si alguien la trataba mal, se defendía, aunque tuviera las de perder, y había perdido muchas veces. Había conseguido pasar desapercibida en su familia gracias a que iba a lo suyo, era su forma natural de sobrevivir. Meterse en sus propios asuntos. No se preocupaba por nadie, solo por sí misma y eso la había llevado hasta donde estaba ahora.
Pero muchas cosas habían cambiado en su vida. Para empezar, ahora tenía tres amigos, tres personas a las que consideraba importantes, que ya era más de lo que imaginó en toda su vida. Ella también estaba cambiando, buscaba la compañía de sus amigos, casi sin darse cuenta. Algo que no hubiese hecho en el pasado.
Suguru y Satoru estaban jugando al baloncesto, Shoko estaba fuera fumando. Sayuri los miraba sentada en el suelo, su uniforme ahora era oficialmente blanco, hasta que demostrase buen comportamiento. En realidad había pasado dos semanas desde su castigo público. El cambio de color trajo algo bueno a su vida, nadie hablaba con ella, ni la miraba. Era como si ese color significase peligro para los demás estudiantes. Eso la hacía sentirse más tranquila y en paz, de haberlo sabido quizás hubiera hecho algo antes...
Los dos chicos siempre estaban haciendo de todo una competencia, aunque ahora que se paraba a pensar. Siempre estaban juntos. Suguru conocía a más estudiantes, siempre era amable con todos, pero Satoru... No recordaba verlo relacionarse con alguien. Sus interacciones con el resto o eran muy breves, o neutrales. No recordaba haberlo así de cómodo y sonriente con otra persona. Era como si él llevase siempre ese uniforme blanco, sin llevarlo.
Satoru la miró a los ojos, como si se hubiera dado cuenta de su mirada. Bajó las gafas de sol y le guiño un ojo juguetonamente.
-¿Juegas? -usó un tono divertido casi pícaro y provocador.
- Paso -ella desvió la mirada.
- ¿Temes perder? Tranquila seremos buenos contigo. -se burló Satoru. Para él, molestarla se había convertido en algo normal, casi natural. Había dejado de pensar el por qué lo hacía, por que seguía molestándola cuando ella no era débil...
Suguru los miró con las cejas alzadas. Ellos dos tenían una dinámica extraña, de hecho, conociendo a Satoru, consideraba que realmente se llevaban bien. Aunque claro, Sayuri aún era una incógnita para el pelinegro. No sabía si realmente le molestaba la actitud de su amigo o aquel era un extraño juego entre ellos.
Sayuri arrugó su frente y lo miró irritada. La facilidad con la que conseguía molestarla, sin duda era asombrosa. Ella se levantó del suelo, dispuesta a callarle la boca. Suguru sonrió y miró a Satoru con complicidad. Satoru sabía como conseguir su objetivo, sabía cómo tenía que insistir para conseguir de ella lo que quería.
Él estaba pasándose la pelota de una mano a otra, botándola en el suelo. Aunque no hubiese dicho nada su mirada ya lo decía todo, la estaba retando a que le quitase la pelota. Ella se acercó despacio actuando con normalidad su energía maldita no cambio, ni siquiera osciló, por lo que él se confío.
Sin embargo, se impulsó con la energía maldita. Era común en su familia que la energía maldita se materializase mediante el fuego. A diferencia de muchos otros hechiceros, ellos podían canalizar esta energía por diferentes partes de su cuerpo no solo en sus manos; podían liberar esta energía también por sus pies y en estos casos le daba mucha más rapidez y agilidad.
Ni siquiera se notó a simple vista. No se veía el fuego en sus pies. Tan solo había usado un 1% de toda la capacidad que había en su interior. El impulso fue lo suficiente para que, con una rapidez sobrehumana, consiguiese arrebatar el balón y encestar en la canasta a la primera. Satoru la perdió de vista un segundo y al siguiente estaba detrás de él.
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Clan Iekami (Satoru Gojo x OC) (Jujutsu Kaisen)
Hayran KurguLa escuela de hechicería de Tokio, siempre ha sido un lugar de oportunidades para los hechiceros. Sayuri está dispuesta a tomarla, siempre que se aleje de su familia. El clan Iekami, está lleno de misterios y secretos que aún no conoce, pero que sol...