La escuela de hechicería de Tokio, siempre ha sido un lugar de oportunidades para los hechiceros. Sayuri está dispuesta a tomarla, siempre que se aleje de su familia. El clan Iekami, está lleno de misterios y secretos que aún no conoce, pero que sol...
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Las clases, por fin, habían terminado. Sayuri solo deseaba ser libre para salir de esas cuatro paredes. Odiaba estar encerrada por tanto tiempo, parecía una prisionera. Por suerte, tener a sus compañeros al lado hacia que fuera más amena las horas que pasaba en el aula. Bastó un vistazo rápido a sus compañeros para saber que tenían algo planeado. Sobre todo porque Satoru y Suguru estaban susurrando entre ellos, sin duda, estaban maquinando algo.
-Vamos Sayuri. -Satoru la llamo. Los tres la estaban esperando en la puerta de clase. Eso sí que era inusual.
Esa tarde hacia buen tiempo, se esperaba una temperatura agradable y un día soleado, ideal para salir. Satoru, Suguru y Shoko decidieron hacer algo especial, llevaban días hablándolo. Sayuri tenía unas circunstancias insólitas y poco comunes que la hacían especial entre los estudiantes de otros años. Suguru opinaba que era buena idea crear una relación de confianza y compañerismo con ella, al final, les tocaría trabajar juntos. Shoko veía buena idea darle un regalo de bienvenida, algo que la hiciera feliz y pudiera olvidar de donde venía... Y Satoru... a él realmente le daba igual, solo quería hacer algo divertido.
Había sido más difícil de lo que pensaban, ponerse de acuerdo para tener un plan, pero por fin tenían un objetivo: llevar a Sayuri al cine por primera vez en su vida.
Sabían que ella adoraba experimentar cosas nuevas y tenían claro que esa nueva experiencia le iba a encantar. Aunque ella ya comenzaba a sospechar que había algo inusual. Los miró con sospecha mientras los seguía al exterior. Raras veces salían de los terrenos del templo. El sonido de la ciudad podía ser abrumador, pero lentamente se estaba acostumbrado al ruido bullicioso de la ciudad.
-¿A dónde vamos? -preguntó Sayuri.
-Es una sorpresa. -dijo Suguru con una sonrisa.
-¿Una sorpresa para mí? ¿Porqué? Mi cumpleaños ya ha pasado.
Podía sonar triste o deprimente, pero no estaba acostumbrada a recibir regalos o sorpresas sin motivo. Bueno, ahora que se ponía a recordar, en más de una ocasión Kai le había preparado su plato favorito en su cumpleaños. También en alguna ocasión había recibido en su cumpleaños algo de ropa, pero nada más. Se intentó decir a sí misma que no debía ser egoísta, ni ambiciosa, debía aceptar lo que tenía y agradecer por poco que fuese.
Pero después de estar con ellos muchas cosas que creía normales habían dejado de serlo. No se imaginaba vivir de otra manera, no era capaz de imaginar cómo sería volver de nuevo a su clan. Volver a sentir las miradas de desprecio y ser ignorada. Allí, en la escuela, la admiraban, y la trataban como una más. Ya no era un monstruo, ni tampoco una inútil. Era solo una estudiante diferente.
-¿Cuándo es? -preguntó Shoko sacando su móvil, preparada para apuntarlo.
