Capítulo 1

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Lune se dirigía hacia el portal que lo llevaría de vuelta a su tierra natal, Liberia, hogar del que provenía y del que no sabía que aguardaba su llegada para un destino mucho mayor del que había estado esperando hasta ahora.

Recoger toda la ropa que había traído junto a todas aquellas cosas que había recopilado en esta tierra me hacía sentir nostálgico, como si con cada pequeño objeto que fuese guardando dejase un pequeño pedacito de mi. Los regalos que mis amigos me habían dado con cada cumpleaños que pasaba, todos esos recuerdos de buenos momentos que llevaría en mi corazón para siempre y sobre todo el más especial de ellos, haber compartido esta travesía con Blair.

Blair es mi mejor amiga de la infancia, esa persona a la que siempre acudo y que siempre está ahí para mí cuando necesito ayuda. Desde pequeños nos hemos criado juntos ya que nuestras casas están en la misma calle de Linfea, y en cuanto se ofrecieron dos plazas para un intercambio con el mundo humano ambos sabíamos que eran nuestras. Tres años después aquí estamos, recogiendo nuestras cosas para volver a Linfea y dirigirnos hacia Aeria, capital del viento y la magia, ciudad donde iniciaremos nuestros estudios para convertirnos en hechiceros diplomados.

Antes de la hora de comer fuimos al instituto a hablar con la profesora Funnel, una dicharachera mujer que al igual que nosotros pertenecía a la raza de los fey, o mejor conocidos como hadas. "Buenos días señorita Funnel," entonamos Blair y yo al unísono al verla tras la mesa de su despacho. "¡Buenos días chicos! ¿Preparados para la gran vuelta a Linfea?" Ella, al igual que nosotros, también pertenecía a la pequeña comarca del bosque en la que vivíamos todos los fey de la zona. "Yo sí, pero parece que a Blair le va a costar un poco dejar al amor humano de su vida," dije mientras miraba de reojo a esta.

Yo me había dedicado todo el intercambio a sacar el máximo provecho al tiempo que pasamos aquí y aprender todo lo posible de la Tierra, pero Blair por el contrario se había dedicado a flirtear con chicos hasta que apareció Connor, el humano que había robado su corazón. Una verdadera pena que esta le hubiese roto a él el suyo, mintiéndole acerca de que su familia se mudaba y no podrían seguir saliendo.

"Bueno, sabíais que esto era un mero pasaje en la historia de vuestra vida. Ahora es cuando empieza lo divertido," terminó dejando entrever sobre su mano una pequeña flor blanca. Esa era su marca de fey, un símbolo de una pequeña flor que aparecía en cualquier parte del cuerpo una vez que el hada manifestaba su poder mágico. Blair tenía una margarita en su mejilla que apareció en su undécimo cumpleaños cuando hizo explotar la tarta ya que no le gustaba el sabor del que era, mientras que la mía apareció en mi decimosexto cumpleaños tras muchos intentos.

Continuando con el lenguaje de las flores podríamos decir que yo había sido un poco una flor tardía, ya que tardé bastante en manifestar mi magia. Pero eso no me frenaba para nada en el uso de ella, ya que aunque no podía realizar ni la más mínima tarea con esta debido a todo el tiempo de práctica que había perdido en comparación con mis compañeros, seguía esforzándome para poder dominarla. "Bueno, no os preocupéis por nada ahora, vuestros certificados ya los he mandado a Linfea así que no tenéis ningún papeleo pendiente. Tened mucho cuidado y que os vaya bien el viaje." La profesora Funnel se despidió de nosotros dándonos un abrazo a cada uno, y Blair y yo fuimos cada uno a nuestra habitación para coger nuestras cosas quedando en encontrarnos en la explanada que había tras la escuela.

A la media hora nos encontramos allí dispuestos a realizar el viaje hacia Linfea, para lo cual debíamos abrir un portal entre ambos mundos. Si bien es cierto que yo en lo relativo a la magia era bastante nefasto, Blair era ya una maga bastante avezada, por lo que haciendo uso de las corrientes mágicas que circulaban por las líneas ley creó el portal hacia nuestra comarca. "¿Estás listo Lune?" preguntó está mientras me miraba a los ojos y extendía su mano. "Nunca me sentí más preparado para hacer algo," espeté mirándola de vuelta y agarrándome a ella. Cogidos de la mano y con más ilusión que nunca, cruzamos el portal que nos soltó en la plaza central del pueblo.

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