Capítulo 3

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Mi mente no hacía más que pensar en todo lo que se venía a partir de hoy, por lo que dormir fue una tarea imposible. En cuanto empezó a amanecer me levanté de la cama, cogí la mochila que había preparado y bajé al salón. Allí estaba mi padre ya despierto, esperando con dos tazas de café en la isla de la cocina mientras hacía un crucigrama. Pasé por detrás de él y le di un beso en la mejilla, sentándome al otro lado de la isla a tomar el café que había preparado. "¿Estás listo para el viaje hijo?"-"Sí, papá." Me recordó lo básico acerca de supervivencia y me pidió que tuviese mucho cuidado.

A eso de las siete de la mañana Blair pegó en la puerta y mi padre me acompañó hasta esta. Allí nos dimos un abrazo acompañado de un par de lágrimas y nos dijimos adiós. Misha se venía conmigo a la ciudad pues así lo habíamos decidido anoche después de discutirlo un rato, por lo que salí por la puerta junto a esta y me encontré a una entusiasmada Blair. Nos despedimos de mi padre por última vez y juntos los tres emprendimos el camino hacia la capital.

El camino era bastante lineal por lo que las posibilidades de perdernos eran pocas, sin embargo al hacerlo a pie tardaríamos más o menos una semana desde Linfea, por lo que debíamos ir haciendo paradas. Anduvimos hasta que cayó la noche y llegamos al primer pueblecito que se encontraba en el camino. Allí nos dirigimos a la primera posada que había y pedimos una habitación para todos. Nos cobraron dos monedas de bronce y nada más entrar por la puerta nos tiramos en la cama.

"Estoy agotada, no deberíamos haber hecho esto," rechinaba entre dientes mientras me recordaba que deberíamos haber cogido el portal para estar allí cuanto antes. "Todavía queda una semana y media para que empiece el curso, y me gustaría disfrutar del paisaje todo lo que pueda. ¿Qué mejor manera de hacerlo que hacer el camino a pie?"-"En eso tienes razón, no te lo voy a discutir." Estuvimos charlando un poco más, pero del cansancio caímos rendido y antes de saberlo el sol empezaba a filtrarse de nuevo por las cortinas de la cabaña de madera.

La siguiente parada en nuestro camino era Ilumia, una ciudad a medio camino entre Aeria y Linfea, nombrada así en honor a la diosa regente de este mundo y su cosmos, Lumis. La tarde del tercer día de camino decidimos que debíamos parar para algo más que dormir, por lo que encontramos un río al lado del camino que tenía bastante espacio libre en el que poder acampar, así que ahí sentaríamos campamento hasta la mañana del siguiente día.

"Lune, céntrate en lo que estás haciendo, ni siquiera estás pensando en lo que quieres lograr." Blair gritaba mientras daba vueltas a mi alrededor intentando enseñarme como se suponía que debía usar la magia. Según todo el mundo, todo lo que tenía que ver con la magia era la intención que el usuario tuviese respecto a qué es lo que quería hacer. "Eso intento, pero no me sale, no lo consigo, ¿es que acaso no lo ves?" Realmente lo intentaba con todas mis fuerzas pero no era capaz de levantar siquiera una gota de agua.

"Mira, a ver si un ejemplo visual te sirve mejor," mientras decía esto sin hacer nada una masa de agua del río empezó a levantarse en el aire. "Simplemente piensa en qué es lo que quieres conseguir que la magia haga, tú la controlas a esta, no ella a ti." Inspiré profundamente y me centré en qué era lo que quería hacer, algo tan sencillo como sacar una pequeña cantidad de agua del río y dejarla en suspensión en el aire. Empecé a sentir algo que tiraba desde mi interior, como queriendo sacar algo hacia fuera. Fue ahí cuando lo noté, aunque fuese casi imperceptible al ojo humano una gota flotaba en el aire y se mantenía en el sitio.

Quise decírselo a Blair, pero de la emoción de darme cuenta de que había sido capaz de hacer algo perdí la concentración y la gota cayó de nuevo en el río, siendo arrastrada por la corriente. "Bueno, estoy segura de que la próxima vez lo lograrás," parecía que pensaba que no había sido capaz de hacerlo, pero yo sabía que si había podido, y así se lo hice saber. Tras un rato en el que cenamos algo y nos acostamos, la noche cayó sobre nosotros y tras ella el día, anunciando consigo el inicio del cuarto día del viaje.

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