Capítulo 8

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La misma posición en la que nos habíamos dormido ayer fue en la que nos despertamos Misha y yo tras tan agotadora noche. Me levanté dejándola descansar un poco más mientras me iba a hacer mis necesidades básicas de higiene al baño, y cuando volví rellené su bol de comida con el doble de cantidad que solía hacerlo. Esta se levantó a comer mientras yo tomaba su posición en la cama pensando en que le regalaría a Gad para agradecerle el gesto tan bonito que había tenido ayer conmigo.

Tras mucho pensar sin llegar a ninguna conclusión me vestí y bajé a la ciudad a mirar por las tiendas por si acaso encontraba algún tipo de inspiración. Tras visitar varios de los establecimientos dispuestos a lo largo de la calle principal seguía sin encontrar nada que se ajustara a un regalo, por lo que me senté en la fuente de la plaza principal a pensar en que era lo que la gente regalaba normalmente.

Los primeros objetos que se me venían a la cabeza eran una buena botella de vino, diferentes chocolates con distintos matices y un buen perfume. Empecé comprando una pequeña cesta en la que guardarlo todo, y me dirigí a la vinoteca a buscar la botella de vino. Tras un rato hablando con la chica que me atendió nos decidimos por un vino blanco suave perfecto para amenizar una velada. Para los chocolates fui a la pastelería a la que solía ir todo el mundo y cogí una de las selecciones que ya preparaban ellos mismos.

Por último solo necesitaba el perfume, por lo que me dirigí a la botica a buscar entre las diferentes fragancias que allí vendían. Elegí uno que tenía las notas que más me pegaban con la impresión que me había dado Gad, era un perfume fuerte, amaderado, un tanto señorial y de aire sobrio. Perfecto para una ocasión especial o para salir a comer por ahí. Una vez lo tuve todo lo metí en la cesta y lo envolví con un pequeño plástico y un listón rojo.

Empecé a ir hacia la residencia cuando recordé que tenía que ver si alguien podía arreglar el collar de Misha, el cual había atado ayer a mi muñeca después de terminar el hechizo. Como no conocía de ningún peletero o persona que se dedicase a esa labor aquí fui a la misma tienda a la que lo había comprado con la esperanza de que ellos ofreciesen ese servicio también.

La señora fue tan amable como de costumbre y me dijo que ella se encargaría de arreglarlo, que no me preocupase y volviese en un par de días a por él. Le di las gracias y ahora sí emprendí de nuevo el camino hacia la residencia para hacerle entrega del regalo a Gad. Me entretuve un poco observando a unos juglares hacer malabares y tocar una especie de instrumentos, así que tardé más de la cuenta en el camino de vuelta.

Una vez llegué a la residencia me dirigí al tercer piso donde estaba la habitación de Gad y empecé a pasearme por los pasillos buscando su puerta. Cuando la encontré esta estaba entreabierta y música salía del interior de la habitación, por lo que pegué fuerte para que me escuchase. "¡Adelante!" gritaba alguien desde dentro de la habitación, alguien que supuse sería Gad.

Con la cesta en mis manos entré inocentemente con un "¡Hola!" un tanto efusivo, efusividad que se convirtió en vergüenza en cuanto vi el panorama que tenía frente a mí. Gad estaba tumbado en una esterilla haciendo abdominales llevando sólo unos pantalones cortos de deporte, por lo que podía ver como sus músculos se tensaban y destensaban con cada acción mientras el sudor en contraste con su piel casi blanca le daba la apariencia de estar brillando.

Me trabé al intentar hablar por lo que de la vergüenza tapé mi cara con la cesta, acción que no sirvió para nada pues este ya se había dado cuenta de lo que había pasado y empezó a reírse a carcajadas, contagiándome a mí de su risa haciendo que al final nos riéramos los dos. Este se levantó del suelo, "bienvenido a mi habitación, señor sin nombre", recibiendome tras haberse puesto una camiseta haciendo una pequeña reverencia. Tras una pequeña risa me pronuncié, "Lune, Lune Bell, siento no haberme presentado ayer".

"No tienes de que preocuparte Lune, el simple hecho de que me deleites con el honor de conocer tu nombre es suficiente para un simple plebeyo como yo" dijo haciendo ahora una reverencia aún más exagerada. No pude evitar reírme ante sus acciones, y mientras lo hacía le di la cesta. "Te lo dije ya ayer, no hacía falta que me trajeses nada"-"Ya lo sé, pero realmente quería darte las gracias por lo que hiciste".

Gad abrió la cesta cuidadosamente mientras dejaba las cosas una por una en el escritorio. "Un vino bueno y unos chocolates, ¿es acaso esto una proposición indecente Lune?" El sonrojo subió a mis mejillas en un segundo pero no iba a dejar que un hombre me ganase el juego psicológico aunque no lo hubiese hecho con esa intención. "Si quieres puedes tomártelo como una proposición, el nivel de decencia lo dejo en tus manos" terminé de hablar mirándolo a los ojos mientras guiñaba.

Un carraspeo nervioso salió de su garganta mientras procedía a abrir el perfume que se encontraba también en la cesta, en esta partida el jaque había sido mío. Tras sacarlo de la caja y quitar el tapón lo olió desde el recipiente, para luego echarse un poco en el cuello y muñecas. Con cara de satisfacción se dirigió hacía mí, "huele genial, ¿quieres?". Acerqué mi mano hacia la suya para coger el bote de perfume pero Gad tenía otros planes, tirando de mí hacia él con la mano que había alargado y acercándome a su cuello.

Al instante la fragancia se impregnó en mis fosas nasales. Notaba la madera mezclada con almizcle, pero de fondo había una fragancia sutil que potenciaba aún más el perfume. La mezcla de olores y sentir como me agarraba por la cintura pegando nuestros cuerpos despertaba sentimientos contradictorios en mi interior, por lo que al intentar alejarme de él rápidamente antes de ponerme más nervioso me tropecé con la esterilla en la que este había estado haciendo deporte.

Cerré los ojos esperando sentir el golpe al caer al suelo, pero tras esperar varios segundos y notar algo blandito debajo de mí decidí abrirlos. No sabía como lo había hecho pero tal y como nos encontrábamos de pie Gad no me había soltado y se había dado la vuelta, amortiguando mi caída con su propio cuerpo, haciendo que me preocupase enseguida. "¡¿Estás bien!?¿Te duele algo o te has hecho daño en algún sitio?¿Necesitas que llame a alguien?" Enseguida empecé a soltar una sarta de preguntas una detrás de otra acerca de su estado sin fijarme en nada.

Por la preocupación no me había dado cuenta de que había acercado mi cara a la suya mientras posaba mis manos en sus mejillas, pudiendo incluso sentir su respiración lenta y acompasada en mis labios. Así de cerca podía reparar mucho mejor en aquellas facciones que tanto habían llamado mi atención desde el momento en que lo conocí, aunque ahora notaba algo más, algo que lo hacía tan atractivo que era imposible evitar el contacto visual.

Sus manos se habían colocado sobre mi cintura sentándome de pleno en su regazo, dejando una posada ahí mientras que la otra la usaba para incorporarse un poco y acercarse a mí, obligándome a retroceder. Se había colocado peligrosamente cerca de mi permitiéndome oler la menta de su pasta de dientes. "Lune..." susurró Gad entre dientes sin soltarme. Si era posible nuestros labios estaban aún más juntos llegando incluso a rozarse, y nuestras miradas se encontraban cada dos por tres en un tira y afloja constante.

Cerré los ojos esperando lo que estaba por pasar cuando dos golpes en la puerta me sorprendieron y sacaron de mi ensimismamiento. Aiden miraba divertido en nuestra dirección lo que hacíamos con un pack de cervezas de lata en la mano mientras sonreía pícaramente. Automáticamente de la vergüenza me levanté del regazo de Gad dejándolo tirado en el suelo. "¿Qué estáis haciendo tortolitos?" preguntaba Aiden con un tono burlón mientras se tumbaba en la cama de Gad.

"Nada de tu incumbencia, impertinente", rechiné entre dientes mientras lo miraba con cara de asco. "Uy, si ahora me contestas y todo" dijo Aiden mirándome de arriba a abajo con lascivia. "¿Me puedes explicar que cojones está mir...?" Antes de poder abalanzarme sobre él Gad me atrapó en el aire con una mano. "Aiden, para" espetó este con una seriedad impropia de él. Ambos andamos hasta la puerta y la dejamos entornada tras nosotros.

"Siento mucho lo que ha pasado Lune"-"Yo lo único que siento es que ese imbécil haya aparecido"-"Así que... ¿no te arrepientes de lo que estaba pasando?" Nos quedamos mirando al suelo esperando una respuesta por mi parte, y al ver que tardaba Gad fue a hablar pero lo interrumpí. "No he dicho eso en ningún momento..."

Una vez más nos quedamos mirándonos y antes de que pasase algo más decidí irme ahora sí de una vez por todas. "Bueno, espero que te haya gustado lo que te he traído, me voy, adiós". Las palabras salieron atropelladas una tras de otra de mi boca mientras me iba por el pasillo por lo que no creo que ni él me escuchase bien ni yo escuché su respuesta. 

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⏰ Última actualización: May 30 ⏰

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