Capítulo 5

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Anoche me olvidé de cerrar la cortina antes de dormirme y ahora más que nunca estaba arrepintiéndome de no haberlo hecho. Me incorporé aún con los ojos cerrados y las cerré, volviendo a abrazar mi peluche y acostándome de nuevo a dormir. Justo cuando estaba a punto de lograrlo mi cerebro decidió recordar que debía levantarme para empezar un nuevo curso, en este caso de los más importantes de toda mi vida.

Me levanté de la cama y recogí el cuarto un poco antes de ducharme y arreglarme. Una vez terminé de vestirme me senté a desayunar algo para no ir a clase con el estómago vacío, por lo que me senté en la pequeña mesa que había en la cocina del cuarto. Allí vi una flor un tanto extraña de color rojo, y a mi cerebro le costó bastante asimilar el hecho de que era la flor que había recogido la noche anterior justo minutos antes de subir a mi cuarto. Lo que me hizo darme cuenta de lo más importante, ¿cómo había llegado al cuarto, quién me había puesto el pijama y por qué no tenía recuerdo alguno de todo ello?

Por más que lo pensé los momentos antes de ir a clase no encontraba ninguna respuesta a todas las preguntas que me habían surgido, por lo que simplemente decidí achacarlo a la falta de sueño y el cansancio y seguir con el día. Al salir por la puerta vi a Misha dormida en la cama que habíamos traído de la casa, por lo que dediqué unos minutos a darle cariño antes de irme durante todo el día. La pobre no tenía permitido pasear por ninguno de los recintos del edificio central, por lo que sólo podía estar por la zona de la residencia y los jardines, así que apenas nos veríamos.

Esperaba un primer día más tranquilo y sin complicaciones, pero nada más llegar a clase nos llevaron al patio de prácticas donde nos pidieron que mostraramos lo que sabíamos hacer sin temor a las consecuencias que tuviese esto, por lo que todos mis compañeros desataron su poder al máximo y exhibieron los mejores hechizos que pudieron. En cambio yo lo único que pude hacer fue invocar un pequeño haz de luz que no hizo sino atraer la atención de los demás, y aunque nadie se rió ni dijo nada si que podía escuchar murmullos de fondo.

Después de esto dimos Historia de la Magia, clase durante la cual el profesor explicó algunas nociones básicas y nos mandó a descansar pues como era el primer día no quería hacer mucho para que nos aclimataramos. En los comedores me encontré con Blair en la puerta tal y como habíamos dicho que haríamos todos los días al terminar las clases, y juntos entramos por la puerta. A diferencia de anoche cuando cenamos el comedor estaba repleto de vida y personas moviéndose de un lado para otro buscando donde sentarse.

"¿Qué tal ha ido el primer día de clase con los mayores?" pregunté con la esperanza de que me contara algo interesante. "Simple, hemos hecho hechizos aburridos y nos han explicado alguna que otra cosa, pero nada muy importante," dijo sin darle mayor importancia. "Bueno, al menos ha sido mejor que el mío supongo,""¿por qué dices eso?" 'preguntó Blair con la boca llena de comida. "Nada, simplemente los profesores nos han pedido que mostremos que somos capaces de hacer y yo he conjurado una bolita de luz," dije en tono burlón mientras imitaba la acción. "¿Y qué tiene de malo?""Son cosas que pueden hacer niños de cinco años Blair, no una persona de dieciocho como yo," terminé con un bocado dando a entender que quería dejar el tema zanjado.

Seguimos hablando de temas triviales, pero una presencia en la sala empezaba a hacerse sentir de más, o al menos eso era lo que yo notaba. Alcé la cabeza y con la vista me puse a mirar a ver si había algo o alguien que fuese más inusual de lo normal o me llamase la atención, pero no vi nada por el estilo. Blair al darse cuenta de esto empezó a buscar conmigo y, a diferencia de mí, si que encontró algo, o mejor dicho a alguien. Se levantó y empezó a andar en dirección a una de las mesas del comedor, y cuando miré hacia allí vi al chico de la cantina de hacia unos días. Blair levantó una mano e hizo brillar una bola azul por lo alto de su cabeza. Uno de los prefectos del colegio se levantó y se dirigió hacia la mesa en la que estaba ahora Blair, dando el visto bueno para el duelo.

Esto era una cosa que ambos habíamos estado investigando juntos antes de venir al colegio, y eran los duelos mágicos que en él se celebraban. Cuando un alumno sentía que alguien perteneciente a la institución, ya fuese profesor o alumno, le faltaba el respeto o hacía algo contra su persona tenía la capacidad de retarlo a un duelo mágico. En estos ambos contendientes se presentarían en el patio de prácticas del colegio y pelearían hasta que uno de los dos no pudiera más, proclamando vencedor al que más aguantase.

Todos nos levantamos y nos dirigimos hacia el patio, ocupando los diferentes asientos que había por las gradas para ver el espectáculo que iba a ocurrir frente a nosotros. Blair se situó en el campo a mi mano derecha, y el chico en cuestión a mi izquierda, estando el prefecto que había dado luz verde al enfrentamiento en el centro. "¡Recordad lo siguiente! No valen hechizos mortales, trampas rastreras ni el uso de cualquier artilugio, quién incumpla estas normas será descalificado. Ahora sí, ¡que empiece el duelo!"

Blair y el chico empezaron a lanzar hechizos uno tras otro de los cuáles aquellos que no acertaban rebotaban contra el escudo que había en el campo que evitaba destrozos en la estructura del colegio. Quería centrarme en el duelo, pero alguien se sentó al lado de mí, demasiado cerca como para que su presencia me fuese incómoda. Antes de poder girarme a decirle nada noté su voz en mi oído, "hola", retumbó una voz grave por todo mi cuerpo haciéndome sentir un escalofrío. Giré la cara para encontrarme de frente con un chico con el que ya me había encontrado una vez, pero no era capaz de recordar certeramente donde o cómo.

"Perdona pero, ¿quién eres?" pregunté con curiosidad genuina. El chico hizo un puchero ante mi reacción, cambiándolo luego por una sonrisa pícara mientras desabotonaba los dos primeros botones de la camisa que llevaba. "¿Necesitas que termine de desnudarme aquí en medio o con esto ya empiezas a recordar?" No entendía como pero algo acerca de esta persona me era muy familiar, aunque mi cerebro no conseguía entender por qué. "Lo siento pero creo que te has equivocado de persona," dije girando la cabeza de nuevo para centrarme en el duelo.

Noté una mano apoyarse en mi mejilla, y antes de poder girarme una cara había aparecido frente a mí y unos labios posaron sobre los míos. Una explosión de sensaciones se originó en mí, y sumándole a esto el griterío que se formó a nuestro alrededor me encontraba aún más confuso. "¿Te acuerdas ahora?" dijo el chico separándose de mí. Ahora que lo tenía cara a cara frente a mí después de haberme besado ya recordaba quién era. "Eres Aiden, ¿verdad?" pregunté haciéndome el sorprendido e incrédulo. "Sí, por fin te acuerdas de mí" al decir esto una sonrisa enorme apareció en su cara, iluminando su rostro por completo y haciéndome sentir aún peor por lo que iba a hacer.

Me levanté del banco, y sin moverme mucho del sitio donde estaba, cogí todo el impulso que la muchedumbre me permitió y le di un guantazo. La sonrisa cayó de su rostro al instante y el enfado suplió todo sentimiento bonito que pudiese tener en ese momento. "¿¡Se puede saber qué cojones haces?!" preguntaba mientras me cogía del brazo y apretaba. "Y yo puedo saber que haces besando a una persona sin su consentimiento expreso, porque no me parece normal la verdad," toda la calma que le faltaba a él la tenía yo, y teniendo en cuenta que la gente estaba tan centrada en el duelo que no nos hacían caso no creo ni que se diesen cuenta de lo que estaba pasando.

Su agarre en mi brazo aumentaba de intensidad por momentos, llegando a ser molesto, aunque no dejaría que se diese cuenta. "Al menos no soy yo el que se me encaramó encima actuando dulce e inocente" dijo dando a entender lo que sea que pasase aquella noche en el hotel. Veía como sus ojos reflejaban un fuego que ardía vivazmente el cuál podía arrasar con todo a su paso si quisiera, aunque ni eso ni su tamaño me iban a achantar. "¿Y quién es el que drogó a una persona y se aprovechó de ella?" Noté un reflejo de dolor atravesar su mirada mientras balbuceaba algo.

"¿Decías?" pregunté sarcásticamente esperando que me dejase ir. "Eso no es así..." espetó con una mezcla de seriedad y algo que llamaría arrepentimiento, pero no podía tomármelo en serio. "Bueno, ahora si me disculpas me gustaría terminar de ver el duelo" me deshice de su agarre y me senté a ver a Blair, pero ya había acabado todo y el prefecto estaba nombrandola vencedora del duelo. Salté al campo y la levanté del suelo, felicitándola por su victoria, "¡Felicidades! Lo has hecho genial!" exclamé en su oído. Nos fuimos de ahí mientras me explicaba todo lo que había hecho para derrotar y humillar a ese chico y yo le daba la razón y le decía lo genial que había estado aunque no había sido capaz ni de ver el principio.

Nos fuimos cada uno a nuestra residencia a echar lo que quedaba de día, día en el que no pude parar de pensar en el encuentro con el chico de la posada, al que ahora por fin podría reconocer como Aiden.

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