Capítulo 4

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Demasiada luz entraba por la ventana. Me dolían los ojos de la claridad que había en la habitación y abrirlos fue aún peor. No reconocía el techo de la habitación, ni las paredes, ni la ropa que había por allí tirada, pero lo que menos reconocía era al desconocido que se encontraba desnudo durmiendo junto a mí. "¿¡Quién coño eres?!" grité mientras me apartaba de él llegando a caer de culo en el suelo. "Buenos días a ti también eh," decía el muchacho mientras me miraba de reojo, "¿qué haces ahí?".

Me levanté del suelo y me dirigí a la puerta, sin darme cuenta de que estaba totalmente desnudo. Un silbido resonó por la habitación justo detrás de mí, y cuando me giré el susodicho se había incorporado en la cama, colocando sus manos detrás de su cabeza dejándome ver su tonificado cuerpo mientras me observaba de arriba a abajo. "Deja de mirarme ya", espeté mientras recogía mi ropa del suelo y empezaba a vestirme.

Salí de la habitación y me dirigí hacia el pasillo donde estaba la nuestra. Allí estaba Blair con nuestras cosas ya recogidas, sentada en una de las camas mirando el reloj. "Ya era hora de que llegases, ¿no crees?"-"Deja de recriminarme lo que sea que hiciese ayer y explicame porque me he despertado desnudo en la habitación de un desconocido." Me explicó por encima que anoche me había pasado de copas y que la había dejado plantada con tal de irme con aquel muchacho a su habitación, aunque a mi no me cuadraba mucho nada de lo que me estaba diciendo.

Bajamos a la cantina a desayunar y una vez terminamos reiniciamos nuestro camino hacia Aeria, y como ya nos quedaba poco pues decidimos terminar el camino del tirón, sin hacer más pausa que la necesaria para descansar y reponer fuerzas. En ese día de viaje que nos quedaba Blair siguió hablándome acerca de las bases de la magia y cómo funcionaba esta. Al mediodía siguiente llegamos a Aeria, capital de Caleia y región central de Liberia, por la cual paseamos un rato hasta llegar a la entrada del distrito en el que se encontraba el colegio. En una callejuela cercana a la entrada del colegio vimos una tienda de artefactos mágicos, allí vi un collar para mascotas que iba a juego con una pulsera para el portador, y así ambos podían estar conectados y saber la posición del otro en todo momento.

Después de inspeccionar un poco más los alrededores tomamos el camino principal que llevaba hacia la entrada del colegio. Un gran camino de tierra rodeado por césped y flores llevaba hacia la plaza principal de este, y allí una gran fuente anticipaba la verdadera entrada a lo que era el edificio principal. Pero lo que más nos sorprendió de esta entrada fue el hecho de que una vez pasamos el portón el colegio levitó en el aire, como si flotase sobre un peñasco. Allí nos dio la bienvenida uno de los profesores y nos explicó como funcionaba la institución.

"Bienvenidos al Colegio Montaigne, el mejor de todos los existentes en nuestra región y del que han salido grandes magos. Es aquí donde aprenderéis a controlar vuestra magia y todas las habilidades relacionadas con ella, pero sobre todo donde vuestra verdadera vida empezará. Si no me equivoco tú debes ser Lune, estudiante de primer año, y tú Blair, estudiante de segundo año. Yo soy Mr. Arthur, encantado de conoceros." Para determinar el nivel de estudios al que cada uno de los estudiantes accedían desde el colegio mandaban un orbe de poder a las casas de los pupilos, que no eran ni más ni menos que una bola en la que almacenar energía y que era mandada de vuelta al colegio. Una vez esta llegaba los profesores la inspeccionaban y decidían el nivel de cada uno.

"Bueno, sigamos. El edificio está dividido en tres partes, siendo la primera y más grande el edificio principal donde podrán encontrar todas las salas de interés para su educación. El segundo y tercer edificio son los dormitorios, divididos en dos siendo el edificio de la derecha la residencia masculina y el de la izquierda la femenina. Ahí están sus respectivas habitaciones, cuando vayan pregunten en recepción y el encargado les indicará donde están. En la última planta encontrarán las habitaciones de los profesores, mientras que las plantas desde la uno a la cinco son las reservadas para los estudiantes de los diferentes cursos. Recuerden que esta estadía es patrocinada por el gobierno por lo que siempre debemos estar agradecidos con el sistema de las oportunidades que nos ofrece"

El hecho de que esto estuviese patrocinado por el gobierno e incluido como parte de su política interior no hacía sino hacerme sospechar acerca de cómo una gran guerra como la de hace diez años volvería a ocurrir, y el verdadero objetivo que perseguían no era el de mejorar el conocimiento mágico de los habitantes de la región sino preparar a soldados capaces para la guerra que se avecinaba. Después de que el profesor nos explicase algunos detalles y muchas normas nos dejó ir a acomodarnos a nuestras respectivas habitaciones, y Blair y yo quedamos a las ocho para cenar en los comedores del edificio central.

"¿Qué expectativas tienes acerca de este curso?" preguntaba Blair mientras comíamos nuestra primera cena del que sería nuestro hogar durante bastantes años. "Sólo espero conocer gente maja y llevarme bien con todos, pero sobre todo aprender mucho sobre magia." Después de un rato más de charla cada uno se fue a su dormitorio para descansar y prepararse para el día siguiente. Antes de subir hacia mi cuarto decidí pasear por los jardines que había frente al colegio, los cuáles había aprendido mientras cenaba con Blair que también eran el jardín botánico del mismo.

Entre todos los especímenes de plantas que había encontré una flor de un aspecto un tanto extraño que no tenía etiqueta o marcador alguno que indicase su nombre o la especie a la que pertenecía. Era una flor de un tamaño estándar pero con unos pétalos de un blanco tan puro y claro que parecía reflejaban los rayos de luz de la luna. Al acercarme a esta, todos y cada uno de estos pétalos empezó a tornarse de un rojo carmesí que hacían ver como si la flor sangrase desde su estigma. Corté la flor y la cogí para llevármela a mi habitación. Decidí volver ya a la residencia pues se estaba haciendo bastante tarde y no quería dormir poco o de lo contrario no llegaría a mi primera clase.

Saludé al recepcionista y giré la esquina que iba en dirección a las escaleras que me permitían subir a la primera planta donde se encontraba mi cuarto, sin darme cuenta de que una persona estaba haciendo el mismo camino pero a la inversa, por lo que me choqué y caí al suelo. Al levantar la vista un cuerpo esbelto se pronunciaba ante mí, pero al llegar a su cara sólo pude vislumbrar un par de esferas doradas antes de notar como el sueño venía a reclamar mi cuerpo una vez más. Antes de dormirme una mano se posó sobre mi nuca aliviando la caída, y con el otro brazo colocado bajo mis piernas me levantó y me pegó a su cuerpo, dándome una sensación de calidez que me brindó la tranquilidad necesaria para dormirme.

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