Mis ojos se cerraban a cada rato y me costaba mantenerme atenta a los pedidos que me llegaban en el café, sabía que estaba haciendo un trabajo horrible, pero prefería mantenerme acompañada que sola en mi casa.
—Lo siento, le cambiaré, mil disculpas— hice varias reverencias ante el cliente, recogiendo la taza de chocolatada que no era para él.
Los clientes estaban siendo comprensivos, pero sabía que habría uno que me diría hasta de lo que me iba a morir si me equivocaba.
—Era esto para él— Giselle trataba de sonar amable, pero sus ojos mostraban incomodidad y probablemente hartazgo, porque ya había cometido este error varias veces.
—Sí, es éste— afirmé, tomándolo y llevándolo a la mesa. —Iré por fruta a la bodega, ya se acabó— le dije a Giselle al volver. Ella asintió, y me dejó ir, mientras seguía secando unas bandejas.
La bodega estaba bajando unas escaleras detrás de la cocina, ahí se mantenía todo frío y guardábamos la mayor parte de las cosas para hacer los pedidos.
Me fui a una de las heladeras y saqué las frutillas cortadas que estaban guardadas en un tupper. Dejé la puerta abierta y me apoyé en el borde de la heladera, sintiendo el frío chocar contra mi piel.
Respiré profundo, cerrando los ojos y tratando de calmarme.
Tenía que recomponerme, éste trabajo era lo único que me daba sustento para seguir viviendo, y si mi jefe entraba y me veía de esta manera, me despediría.
Abrí los ojos y asentí para mí misma, confiando en que podría hacerlo.
Cerré la tapa de la heladera de golpe, dispuesta a subir a terminar mi turno, pero en frente de mí no estaba la pared de la bodega.
En cambio, aquél desierto que empezaba a memorizar apareció, y mi susto fue tan grande que solté el tupper con las frutillas y éste cayó de golpe al piso, creando un eco en el silencio que había.
Miré a todos lados, encontrando lo mismo; tierra y árboles secos con una oscuridad que parecía no tener fin.
Me agarré con fuerza del congelador, sintiéndolo muy real y frío al mismo tiempo, tratando de escapar de esta pesadilla.
—Volviste.
Mis ojos fueron a mi izquierda, donde a un par de metros de mí se encontraba él, Jeno, con un traje negro y su mirada inquisitiva sobre mí.
—N-no, yo no… —agarré aún más fuerte el congelador.
—¿Alguna vez dejarás de tartamudear?— resopló, mirando arriba mientras guardaba las manos en los bolsillos de su saco.
—Déjame ir— sentí el sudor bajando por mis sienes.
—Yo no te traje, niña. Viniste por tu cuenta— dio un paso adelante y yo si uno atrás, tratando de encontrar un lugar al cual escapar, pero no había nada, y el congelador me parecía lo más seguro.
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WRATH | Lee Jeno
Fanfiction"No tienes idea de lo mucho que me enfureces, DaIn" Así como existía un demonio sucesor de un pecado capital que resultó ser bueno, estaba Jeno, quien era todo lo contrario. -lee jeno fanfic- ||Heterosexual|| ||Contenido original|| ||Menciones de gr...