Neteyam ll ONE SHOTS + PEQUEÑA HISTORIA

¿Otra dimensión? Parte 8/?

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La mayor preocupación de la familia Sully y su mayor miedo se hizo realidad; que la gente del cielo le haga daño a alguno de sus hijos. Y el mío... es no poder salir viva de la guerra que se avecinaba.

Uno de sus hijos: Lo'ak, desaparecía cada dos por tres, sin tener apenas idea de a dónde iba o qué es lo que hacía, pero lo más probable es que se daba sus escapaditas para aprender a montar en ilu y saber respirar bajo el agua para sorprender a Tsireya. Lo descubrí yo sola, pero me prometió no decírselo a nadie y eso hice.

Pensé que Neteyam volvía a hablarme, cosa que me equivoqué; ni una maldita palabra.

Por otro lado, Jake y Neytiri hablaron conmigo de lo que sería la guerra que estaba a punto de ocurrir, realizamos planes para un por si acaso, me enseñó a usar un arma y Neytiri a como usar un arco y como usar veneno para las flechas. Me enseñó a crearlas de cero en caso de que se me rompan incluso a gritar en código como hacen los na'vi.

Y sin contar la pelea que hubo entre los Na'vi más "mayores", del cual al verlo no sabía si reír o llorar...

[......]

— Sumerge tu cabeza en el agua, notarás como tu cuerpo se va relajando mientras ves pequeños peces... — Me aconsejó Kiri, yo sólo la escuché y le hice caso.

—¿Qué están haciendo?

A duras penas oigo una voz masculina mientras el agua se mueve a causa de los movimientos.

Ríe. — Yo que sé.

—Están mirando la arena.

Hacen sonar esas risas absurdas.

—¿Eh? ¿Qué has dicho? — Pregunta Kiri, inocente de ella.

Me levanto a la misma par de ella, a un lado mientras observo el panorama.

— Eres una especie de... ¿bicho raro?

Ladeo mi cabeza intentando entender a qué viene todo esto mientras sigo observando.

— Dinos, ¿eres un bicho raro?

— Dime, ¿te ha entrado tanta agua en ese cráneo que se te ha ahogado el cerebro?

— ¿Estás segura de que quieres meterte con un Na'vi?

— Déjalo _____, vámonos.

— No puedo esperar menos de unos demonios.

Mi respiración se aceleró, mi corazón latía fuerte por la rabia y el coraje. Mientras nos íbamos ellos seguían hablando a nuestras espaldas, miré a un lado y visualicé una rama que parecía resistente y una piedra a unos dos metros de distancia entre sí, y no tuve una mejor idea que lanzar la piedra justo en la cara a un lado de su ojo.

Vaya, vivir aquí mejoró mi puntería.

En el transcurso de dos segundos, Aonung intentó acercarse a mí de la manera menos amigable posible.

— ¡Eh!

Oh, Lo'ak, justo a tiempo para el espectáculo.

— Para, morro de pez.

— Oh... otro bicho raro de cinco dedos. — Se burló.

—Mira que colita de bebé.