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—¡Tienen sangre demoníaca! —Gritó con fuerza mientras cogía la mano de Lo’ak.
Vaya. Si a mí me considera un demonio, no sabría decirte qué le considero yo a ella.
Ja, ja.
—Señora, ¿quiere dejar de toquetear? —No me aguantaba más. —Ni que fuera el chico su muñeco hinchable.
La nombrada me miró de mala gana, si por ella fuera seguro me ahogaba ahora mismo. Tampoco me arriesgo demasiado, tengo todas las de perder.
—¿Cuál es tu nombre, demonio? —Se acercó a mí.
En verdad intimida bastante.
—¿Para qué quieres saberlo si sólo me vas a llamar demonio? —Contraataqué.
Ronal alzó la cabeza, pero nunca dejó de mirarme. Se giró y volvió con su marido.
—¡Mirad! —Enseñó su mano a todos. —¡Mira! —Se giró hacia Ronal. —Nací siendo una persona del cielo, y ahora soy un na’vi. ¿Vale? Uno se adapta. Yo lo hice, todo podemos…
—Mi marido era Toruk Makto… —Se adelantó su mujer.
Miré a Jake, su cara era para hacerle una foto y hacer un sticker para el Whatssap. Sería mi mood diario.
—Llevó a los clanes a la victoria contra las personas del cielo.
—¿A esto lo llamas victoria? ¿A esconderse entre extraños? —Neytiri bajó su mira y agachó sus orejas ante la respuesta de Ronal. —Parece que Eywa te dió la espalda… elegido.
Auch.
Neytiri gruño en su dirección y Ronal se lo devolvió.
¿Pero qué ha pasao’ aquí?
—Me disculpo en nombre de mi pareja. Ella…
—No te disculpes por mi Jake.
—Ella…— Neytiri gruñó. —voló desde muy lejos y está cansada. —Jake le miró suplicante. Neytiri no tuvo más remedio que callarse y echarse para atrás.
