Capítulo 3

839 90 65
                                    

Heriberto entendió el mensaje y movió sus manos algo nervioso.

- Adelante...

- Entonces, estás mejor - afirmó con cierta incomodidad y Victoria lo notó.

- Si, ya los mareos cedieron.

- De todos modos, no dejes de acudir a la clínica para hacerte el chequeo.

- Si, claro, mañana mismo llamaré por un turno. ¿Quieres tomar algo?

- No, gracias - La tensión se sentía entre ellos. -Bueno, si todo está bien, me retiro.

- Lamento si te incomodó mi comentario. Fue un tanto desafortunado al parecer aunque no deja de ser verdad lo que dije.

- No es incomodidad - Respondió volteando- solo que me sorprendió.

- ¿Sorprenderte? Eres un hombre muy gentil y amable. De seguro has recibido muchos comentarios incluso más halagadores de otras mujeres.

Ríos solo sonrió.

- Bien, me voy porque se hace tarde ya.

- Y Úrsula te está esperando.

- Y Úrsula me está esperando.
Con permiso Victoria. Que tengas buenas noches.

- Buenas noches Heriberto. Y otra vez, gracias.

Cerro la puerta tras irse y apoyo la frente en ella.

- Estúpida, estúpida, estúpida -murmuro mientras que con cada palabra golpeaba suavemente la frente contra el metal.



**

- Mi amor, ¿sabes algo de Victoria? -
Llevaba a la mesa unos filetes de merluza mientras Heriberto la seguía por detras con una ensalada en sus manos.

- Ella está bien, está mejor... mañana hará los estudios que le pedí.

- Perfecto, eso significa que podrá hablar con el director del museo.

- Supongo que si.

- Quizás luego de cenar la llame para preguntarle como está y recordarle.

- Puedes hacerlo mañana. Es algo tarde...puede que esté durmiendo.

- Tienes razón.

**

Descendió del coche frente a los consultorios en donde trabajaba el nuevo dueño de sus pensamientos.

- Bien, aquí vamos. - se calzo la bolsa en su hombro y camino hacia allí.

Tomó asiento en la sala de espera y se dispuso a hojear unas revistas preguntándose qué diablos hacía en ese lugar si claramente no tenía nada. Sabía que él estaría allí pero pensándolo mejor, al ver su reacción en la noche con solo decirle algo que para ella era lo más mínimo, la hizo incluso casi desistir de su plan de seducción. Suspiró con pesadumbre.

Cuando al fin había decidido levantarse de allí e irse, lo vio cruzar con su guardapolvo blanco leyendo unos papeles.
Y es que Heriberto se había acercado a la recepción para consultar sobre un turno haciendo que Victoria quedara embelesada de solo verlo y escucharlo. Porque si había algo que la desequilibraba, era precisamente aquella potente voz.

Claramente no hizo falta nada más para volver a conectarse en su objetivo: CONQUISTARLO COMO SEA.




Habían transcurrido solo veinte minutos en que ingresó a la sala para realizarse las placas requeridas que volvió a anunciarse para que el "doctor Ríos Bernal" viera sus resultados.

MIO - La Obsesion Del Cincel -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora