Capítulo 6

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Las primeras horas de la madrugada la encontraron en una gasolinera tomando un capuchino.
Agradeció que dentro el lugar estaba caluroso porque tiritaba de frío, más allá que tenía puesto el abrigo tampoco eso le cubría mucho las piernas.

Miraba fijamente las letras inscriptas en el vaso desechable cuando un hombre se acercó a su mesa.

- ¿Quieres compañía, hermosa?

- Largo. - respondió mientras bebía un sorbo y sin siquiera mirarlo.

Pensaba en todo lo sucedido esa noche y se tomó la cabeza con las manos. Claramente no se trataba de algún tipo de arrepentimiento pero si de algo estaba segura era que ahora menos que nunca lograría sacárselo de la mente.
Luego de esa noche ya no podía negar que se había enamorado.

Y es que en pocos minutos pudo notar su incomodidad con ella y su frialdad luego de hacerlo.
Se sintió una estúpida porque al fin y al cabo había ido para eso, para acostarse con él ¿qué era lo que esperaba luego? ¿Que le dijera mi amor?.

De la manera en que lo hicieron, pudo notar que hacía tiempo que Heriberto no tenía relaciones, pero eso no aseguraba que él fuera quien diera el paso para volver a verse. Es más, estaba casi segura que no lo haría.

Heriberto regreso a la habitación imaginando teorías sobre la huida de aquella mujer que lo había estado persiguiendo llegando a la única hipótesis viable.
No iba a marcarle para que le explicara lo ocurrido porque entendió que si se marchó sin siquiera despedirse, era porque evidentemente solo buscaba acostarse con él.
Se sintió extraño porque le hubiese gustado al menos hablar con ella.
Se acostó en aquella cama revuelta y puso sentir su perfume impregnado en la sábanas inquietandolo nuevamente.

Y no, por más que ya no tenía fuerzas y se sentía cansado, esa noche no pudo pegar un ojo pensando en lo ocurrido.

**

- Oh mi amor, lo siento tanto. Feliz cumpleaños...anoche estábamos en un bar y la verdad es que con el bullicio y demás no podía llamarte.

Escucho mientras intentaba preparar su café hacia las ocho de la mañana.

- No, no te preocupes.

- No estás enojado ¿o si?

- No, claro que no.

- Y ¿Qué estabas haciendo?

- Ahora por desayunar y luego creo que saldré a trotar.

- Bien

- ¿Allá como están?

- Oh estamos pasándola de maravillas.

- Me imagino.

- Bien, te mando un beso y aquí las chicas también te saludan.

- Gracias, saludalas de mi parte.

-Okey, adiós.

- Adiós.

Se sintió poco hombre el haber hablado con su esposa como si nada cuando horas atrás estaba intimimante con otra mujer.
Tomó el café de unos pocos sorbos y fue a cambiarse para salir no sin antes marcarle a su amigo.

****

Apagó la alarma de su reloj para seguir durmiendo un poco más pero en un instante entre somnolencia y lucidez, recordó que lo que había ocurrido no había sido un sueño.
Se preguntó cómo se sentiría Heriberto ahora; cómo se había levantado porque supuso que si bien era sábado, debía ser un hombre madrugador. Y lo más importante...¿pensaría en ella? Sonrió, sonrió porque había conseguido lo que quería...pero eso no era todo. Ahora quería más.


MIO - La Obsesion Del Cincel -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora