-¿Piensas dejarla?- no recibió respuesta. El chico frente a él se mantenía cabeza agacha mientras lágrimas caían por sus mejillas -¿Es el mar o la tierra?-
Con su voz rota y desesperación recorriendo su cuerpo respondió:
-Mi verdadero hogar está en...
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Lágrimas amenazaban por salir de sus ojos.
Su cuerpo había perdido toda la fuerza y confianza ganada horas antes. Allí estaban ellos caminando por el aeropuerto de Tampico, su mejor amigo lo tenía agarrado por el hombro en muestra de cariño y apoyo.
- ¿Dónde está Sebastián? -preguntó el pelinegro en un susurró inaudible.
Félix miró por encima de su hombro buscando la figura de su primo. Dio con él segundos después; estaba apoyado en un poste mirando casualmente a su alrededor.
-Allí está -apuntó una cabellera oscura. Sebastián alzó una de sus manos haciendo un ademán. Félix tomó del brazo a su amigo y lo arrastró hacia la derecha.
Como un normal encuentro tuvieron su abrazo grupal, entre pequeñas palabras intercambiadas y sonrisas falsas por parte de uno Oscar: El Mejor amigo de Félix, no había estado pasando por un buen momento en su vida. No creía que enamorarse fuera tan doloroso. Estaba completamente roto. Se sentía usado y el gran hueco presente en su pecho lo hacía sentir peor.
Los dos amigos habían llegado a Tampico por un nuevo comienzo: Alejarse de las mentiras y estafas que les causó Monterrey.
El viaje a su nueva casa fue tranquilo. Escuchar a Sebastián cantar o hablar sobre las cosas que harían en el futuro. En media hora llegaron y el auto se estacionó en frente de una casa promedio color blanco y ventanales grandes.
- ¿De quién es esto? - Preguntó Oscar mirando un pequeño terreno al lado de aquella casa.
Con el equipaje de ambos en sus hombros y manos; Sebastián se acercó agitado.
-De nadie - respondió. Oscar volteó a mirarlo con el ceño fruncido, esperando algún detalle - Los dueños murieron asesinados hace diez años, desde entonces nadie ha venido a reclamar. Está abandonado - concluyó.
Por primera vez en semanas, Oscar sonrió. Félix por su lado esperaba que fuera otra de sus bromas.
Tal vez esto no sería tan aburrido.
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Un año pasó y las cosas sorprendentemente fueron cambiando para mejor. Semanas después de su llegada Oscar olvidó sus penas de amor y empezó a averiguar detalles sobre el terreno ubicado al lado de su casa. Luchó bastante para conseguir el dominio; pero con la ayuda de Sebastián y Félix lo consiguió. Consiguió el restaurante de sus sueños.
