-¿Piensas dejarla?- no recibió respuesta. El chico frente a él se mantenía cabeza agacha mientras lágrimas caían por sus mejillas -¿Es el mar o la tierra?-
Con su voz rota y desesperación recorriendo su cuerpo respondió:
-Mi verdadero hogar está en...
Elfo/as acuaticos: Habitan en aguas subterráneas. Son delicados y extremadamente encantadores. Durante el amanecer salen a la superficie a cantar.
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Escondida detrás de una roca observa silenciosa la lancha que se acerca. Para Ama la única elfa marina del lugar, ya no era una sorpresa recibir las visitas nocturnas de aquel humano que venía a hacerle daño a su hogar.
Pensó que con las picaduras que le causo el día anterior bastó para que no volviera a acercarse, pero es la tercera noche que vuelve.
Así que hizo lo que debía, se sumergió y dio vuelta la lancha de Oscar.
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El sol brilla y la luz se refleja contra el rostro de Samantha; sonríe y extiende su mano viendo como la luz se proyecta bellamente sobre su piel.
Félix había llegado hace minutos lo cual fue una sorpresa ya que siempre la visitaba de noche.
-Cuando era niño solían contarme historias sobre sirenas- comentó vagamente.
-No contestaré más preguntas...
-Ya lo sé -suspiró - sólo quería decirlo. No hablas desde que llegué, ¿Sucede algo?
Se encogió de hombros, se notaba indecisa al momento de hablar.
-Suelo odiarme porque te di una imagen mía que realmente no es. No soy una asesina.
-Lo entiendo- asintió -sólo tratabas de defenderte.
-¡No!- niega cerrando por un leve segundo sus ojos. Se encontró con la dudosa mirada de Félix -Yo quise ahogarte para que sintieras lo que yo sentí.... Soy un monstruo.
-Oh...
-Tengo esos días, ¿Sabes? Donde me frustró al tener mi vida y no poder disfrutarla. Tener que esconderme para que no me exhiban en un museo. Esa noche te cruzaste y pensé ahogarte- dijo, en su rostro yacían rastros de agua, y el mayor quiso pensar que solo era agua del mar -Tú no merecías vivir lo que estoy viviendo.
Su mano mojada sujeta casualmente la roca y Samantha sintió escalofríos cuando la mano de Félix tocó la suya.
- ¿Algo más que deba saber?
-El clima varía según mi estado.
- ¿De verdad? ¡Quiero ver!
-Bueno, solo a veces, cuando de verdad estoy sintiendo algo. Si lo ves, el agua está en calma.
- ¿Entonces tú?
-Tú me traes calma. Es raro, pero, cuando vienes a visitarme olvido que estoy atrapada aquí -sonrió y sus ojos brillaron al momento de decir: -. Mi deseo es que nades conmigo.
Félix suelta una sonrisa y Samantha toma confianza al ver el sonrojo que se extiende por el rostro del mayor.
-No me gusta nadar.
Escuchó una risita y volvió hacia Samantha, sus ojos azules brillaban y una sonrisa se extiende en su rostro mojado. Sus mejillas son presionadas por sus propias manos y su cola se movía bajo el agua no visible para Félix, pero era obvio por las ondas formadas a su alrededor.
- ¿O no te gustaría nadar conmigo?- achico sus ojos.
-No me gusta nadar- volvió a repetir cruzándose de brazos, sin embargo, ambos estaban conscientes que Félix era un terrible actor.
Y esa fue la causa por la cual Samantha rio y agarró los brazos de Félix tirándolo al agua.
Soltó un grito y cerró fuertemente los ojos. Entonces, quiso jugar una broma. Se quedó bajo el agua esperando que Samantha se sumergiera junto a él, lo hizo, escuchaba su voz llamar su nombre con preocupación y luego sus brazos lo rodearon.
Samantha repetía muchas veces su nombre cuando lo dejo sobre la arena y lo sacudía al ver que no abría sus ojos.
Fue una sorpresa para ambos cuando Samantha junto sus labios contra los de Félix.
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