Capítulo 8.

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Un pequeño y molesto rayo de luz entraba por la ventana de la habitación de la granadina dando directamente en la cara de la gallega que abría los ojos lentamente algo desubicada. Al notar un peso encima reconoció al instante de quien se trataba y donde estaba. Con mucho cuidado encendió el móvil para ver la hora.
Eran apenas las 09:30h de la mañana, con cuidado para no despertar a la granadina salió de la cama y se dirigió a la cocina a preparar el desayuno.
Estaba concentrada en poner todo en la bandeja cuando notó que unos brazos rodeaba su cintura y una cabeza asomaba por su hombro.

- Buenos días — sonrió Miriam al ver como la rubia seguía con los ojos cerrados en su hombro.
- Buenos días — contestó la granadina esbozando una sonrisa y apretando su agarre a la gallega — ¿has dormío bien? — decía mientras giraba a la morena haciendo que quedaran una frente a la otra.

Miriam asintió con una sonrisa en sus labios.
- ¿Y tú? ¿Te he molestado mucho? — decía la gallega quitándole un mechón de la cara.
- Como nunca — dijo acercándose a los labios de Miriam en un intento de darle un beso, aunque antes de que chocaran, se separó de ella — Perdón — dijo nerviosa por como podría reaccionar Miriam.

Miriam reía, ver a Mimi medio dormida con los ojos medio cerrados y pidiendo perdón le daba mucha ternura.
Cogió su cara y pegó sus labios, dando paso a que sus lenguas entrasen en la boca de la otra jugando y entrelazándose entre si.

- ¿Desayunamos? — propuso la gallega tras separarse de la rubia dejándole un pequeño beso en la mejilla.

Eran las doce de la mañana y Miriam ya no estaba en casa de Mimi puesto que había quedado con Alicia.

Mimi iba de camino a su local, había quedado con Ricky que en su momento se ofreció a ayudarle con el tema de la academia, para limpiarlo y montar muebles. Menuda suerte tenía, no cualquiera estaría dispuesto a hacer eso por una amiga, todos sabemos que ordenar y limpiar no son plato de gusto para nadie.

Por otro lado, Miriam había quedado con Alicia, una amiga que conoció cuando llegó a Madrid.
Alicia era bailarina y trabajaba en un bar la cual la gallega frecuentaba cuando necesitaba despejarse. De tanto verse, se hicieron amigas y hasta día de hoy podría decirse que era su mejor amiga.

- ¡MIMI CUIDADO! — gritaba Ricky mientras movía un mueble con ayuda de la granadina — Me vas a matar yendo tan rápido.
- Que pesa mucho, Ricky, necesito ponerlo en su sitio ya — dijo dejándolo en el suelo y respirando con dificultad.
- Para ser bailarina tienes muy poco aguante- reía el mallorquín que recibió un codazo por parte de su amiga que también reía — estás muy contenta hoy, ¿que te pasa? ¿has ligado? — preguntaba Ricky levantando una ceja.
- ¿Qué dices? Estoy normal, como siempre — reía la granadina.

Era verdad que hoy estaba más contenta que otros días, dormir con Miriam le había sentado muy bien, hacía meses que no dormía como lo había hecho aquella noche.

No conforme con su respuesta porque sabía que había algo más, Ricky volvió a preguntar.
- ¿Has ligado o no?
- Que no pesao, ayer no salí de casa.
- Si, ya, y me lo tengo que creer sabiendo como eres — le picaba Ricky.
- Mira que eres pesao, que no salí, de verdad, vino Miriam a casa — dijo mientras se alejaba a coger más muebles.
- ¿Cómo? ¿Cómo? — preguntó Ricky con los ojos abiertos — ¿Qué Miriam? ¿Miriam, Miriam?
- Pues que Miriam va a ser Ricky, Miriam Rodríguez, la del viaje — decía Mimi con una pequeña sonrisa.
- ¿Ha vuelto? — preguntó el mallorquín — ¿ha vuelto y no me has dicho nada? — preguntaba fingiendo dolor por no haber sabido que Miriam había vuelto a Madrid.
- Yo que sé Ricky, fue muy rápido — contestó la granadina — me escribió diciendo que volvía a Madrid y quedamos, ya está.
- Aja, quedasteis — repetía Ricky — ¿y qué más?
- ¿Cómo que "qué mas"? Pues nada más, quedamos porque hacía mucho tiempo que no nos veíamos y ya. Estuvimos hablando y poniéndonos al día.

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