Capítulo 3

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Las mariposas que perdí hace más de un año habían vuelto, y tenía miedo, mucho miedo, no quería que me volvieran a lastimar. Creo que es pronto para decir que estaba enamorada, pero si que sentía algo por ella, no sabía realmente el que, era la primera vez que me pasaba, no sabría explicarlo con palabras.

Mimi salió del baño y yo me quedé delante del espejo, mirando mi reflejo.

Estaba feliz, no sabría decir el por qué, bueno, en realidad si, pero no quería aceptarlo.
Me estaba...¿enamorando? No puede ser, si no la conozco de prácticamente nada. Solo nos habíamos cruzado dos veces, y la primera vez fue porque chocó conmigo. Aunque bueno, la segunda fue porque tras verla levantarse camino al baño, en un impulso decidí seguirla sin saber muy bien que iba a hacer tras encontrarme con ella. Esto no era común en mi, me había salido solo. Estaba echa un lío. Lo mejor era salir de allí y volver con mi hermano y cuñada y olvidarme de todo, seguro que no volvería a verla.

Y así fue, cuando Miriam salió de allí, ni Ricky ni Mimi seguían en el bar. 

La conversación con su hermano y cuñada se alargó hasta la noche.
Decidieron ir a descansar ya que al día siguiente madrugaban para aprovechar el día lo máximo posible.

Los rayos de sol entraban por la gran ventana de la habitación de Mimi y Ricky, eran apenas las 9:30h de la mañana pero ellos también querían aprovechar el día.

Mimi se levantó de su cama y fue al baño a darse una ducha y luego arreglarse.

La noche anterior decidieron ir a visitar la ciudad y comer en algún restaurante de éste, luego volverían al hostal ya por la tarde/noche y dormir para aprovechar el último día allí.

La granadina optó por un body negro con unos vaqueros de tiro alto que resaltaba sus piernas, se puso sus deportivas blancas de plataforma y su abrigo negro.
Se maquilló un poco y peinó su pelo esta vez dejándolo suelto cayendo de su hombro derecho.

Cuando salió, Ricky también estaba ya listo, miraba su móvil esperando a la granadina.

-Que guapo, Ricky - dije dándole un beso en la mejilla. Llevaba un jersey de cuello alto negro y unos vaqueros pegados con el tobillo al aire, en sus pies llevaba sus deportivas de confianza, negras y cómodas.

-Pues como tú, rubia - dijo devolviéndole el beso - ¿vamos?

Asentí cogiendo mi móvil y el bolso y salimos de la habitación camino a la salida del hostal.

La verdad que la ciudad era preciosa, pequeña pero acogedora. El pobre Ricky estaba harto de mi, en cada esquina me hacía una foto y hasta que no salía decente no me movía del sitio.

-Mimi tía, ya está, te he hecho un álbum entero de fotos, te vas a quedar sin espacio - decía Ricky mientras de acercaba a mi y me devolvía el móvil - vamos a comer porfa, me muero de hambre.

Se agarró a mi cual señora mayor y fuimos al restaurante más cerca que vimos.

No era demasiado grande pero era un lugar precioso. Nos adentramos en él y nos sentamos en una mesa libre que había por ahí.
Pedimos la bebida y cogimos la carta para elegir la comida.

-Pero bueno, mira quien viene por ahí - dijo Ricky haciendo que bajara la carta de mi cara para ver a quien se refería.

Allí estaba ella, iba con una trenza deshecha pero lo justo, con un jersey de cuello alto blanco parecido al de Ricky y una falda que llegaba hasta sus rodillas, en sus pies llevaba unas botas altas negras.

-¿Por qué no le dices que se siente con nosotros? - habló Ricky.

Eso hice, me levanté y fui hacia ella, ese gesto no se lo esperó el mallorquín ya que se lo había dicho para picarla, aunque estaba muy feliz por ella.

-Hola - dijo Mimi llegando a la gallega.

-Anda, hola Mimi - dijo dándole dos besos.

-Estamos Ricky y yo allí sentaos - dijo señalando a su amigo que las saludaba con una sonrisa - ¿quieres venir? - preguntó.

-Muchas gracias, Mimi, pero no vengo sola, mi hermano y su mujer están al llegar - se excusó con dolor Miriam, pues deseaba sentarse junto a ella.

-No importa, que se vengan también, la mesa es grande - dijo casi en una súplica.

Miriam tras pensarlo varios segundos, aceptó su propuesta y fue con ella hacia la mesa.

Ricky se levantó y saludó a la gallega.

-La otra vez no me presenté bien, soy Ricky, encantado.

-Miriam, encantada.

-Anda, como mi rubia, que coincidencia - dijo mirando a su amiga.

Al rato, Efrén y su mujer llegaron y se sentaron junto a ellos tras las presentaciones correspondientes.

La verdad es que habían congeniado muy bien todos, hablaban de cualquier tema sin problemas ninguno, igual las copas ayudaban un poco.

Las miradas de las rubias también era algo que había abundando en la comida, pasando desapercibido para todos, excepto para ellas, obviamente, ambas habían notado esa conexión, había sido un flechazo en toda regla.

Durante la comida habían descubierto que todos vivían en Madrid y habían decidido que cuando llegaran, quedarían de nuevo, ya que los gallegos se mudaron hace poco y no tenían muchos amigos allí.

Miriam se levantó inesperadamente, necesitaba ir al baño, sobretodo para aclarar su mente.

Cuando llegó, se echó un poco de agua por la cara intentando no tocar mucho su maquillaje y se retocó el pelo. La puerta se abrió haciendo que Miriam se asustara, pero se calmó cuando vio entrar a Mimi.

Quiso saludarla pero los labios de la granadina chocaron con los suyos sin darle tiempo a articular palabra.

Miriam le siguió el beso, anduvo hasta que chocó con la pared más cercana y profundizó el beso metiendo su lengua en la boca de Mimi que la recibió con gusto. Así estuvieron hasta que una de ellas se separó para coger aire.

Quedaron frente a frente, pegadas la una a la otra.

Las dos deseaban ese beso y ninguna tenía miedo ni pensaban salir corriendo, aunque no se lo dijeron con palabras, sus ojos se los decían a la otra.

Mimi sonrió antes de separarse totalmente de ella. No quiso llegar a más, no era el momento ni el lugar, ambas lo deseaban, pero ambas sabían que no era el momento.

-Besas bien - dijo Mimi rompiendo el silencio que había en el baño y se acercaba al lavabo a retocarse el pinta labios.

-Tú también- dijo Miriam haciendo lo mismo y sonriéndole a través del espejo.

-Eres muy guapa, ¿lo sabías? - dijo Mimi dándole un repaso poco discreto.

-Chica, córtate un poco, ¿no? - dijo girándose hacía ella quedando cara a cara pero a una distancia prudencial y riéndose- tú también lo eres - también le dio un repaso poco discreto.

-Mira, mira bien, que yo si que te dejo mirar - dijo acercándose a ella y besándola de nuevo.

Miriam se separó de ella, puesto que ya habían tardado mucho y estarían preocupados.

-Para, para, llevamos mucho tiempo aquí y estarán preocupados- le dijo mientras le acariciaba la cara.

Ambas salieron como si nada, aunque para Ricky no pasó desapercibido y miró a la granadina dándole a entender que tenía que contarle todo.

SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora