seis ⑇ melón

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Como había sucedido hace unas semanas atrás, Philza se encontraba yendo hacia el tan relajante parque de Los Angeles, había logrado salir de casa por decisión propia, básicamente para despejarse de toda la situación, incluyendo el que su madre continuará con su sesión de preguntas a las que el no se daba el tiempo de responder.

Comenzó a jugar con su celular mientras el ardiente sol bronceaba su pálida piel, el parque estaba silencioso por lo que dejó el dispositivo a un lado y se adapto en una posición más cómoda para continuar tostandose.

Un aroma a frutas inundó sus fosas nasales y cerró sus ojos para disfrutarlo, sabía perfectamente de quien se trataba, Missa sin dudarlo dejó un pequeño beso en la mejilla del chico y este volteó aturdido, Missa ya caminaba en dirección hacia la salida por lo que Philza se levantó rápidamente de su asiento y lo tomó del brazo impidiendo que se fuera.

―Perdón, lo hice sin pensar... también interrumpí tu descanso― murmuró un tanto sonrojado.

Sorpresivamente Philza nego levemente y rió, le hizo una seña para que se sentará a su lado.

―¿Supongo que la mujer te dio la tableta de chicles?― preguntó el, dándole una mirada rápida.

―Si y, esta vez acertaste con la fruta― confesó Philza, haciéndolo sonreír.

―¡Eso era lo que quería escuchar!― exclamo Missa, llamando la atención de algunas personas que transitaban por el lugar, Philza rió y mantuvo su vista en el.

―Missa... quería darte las gracias― manifestó, jugando desesperadamente con sus dedos.

―No tienes porque... aunque, ¿eso significa que ya no me odias?― preguntó, formando un pequeño puchero.

―Supongo que no― murmuró, regalandole una sonrisa ―¿Cómo podría odiar al adorable chico de los chicles?― dijo, provocando que sus mejillas se tiñeran de rojo.

―¿Ya no detestas mi olor a frutas?― preguntó Missa, oliendo su ropa.

―Hum, digamos que es... soportable― respondió, ganándose un golpe en el brazo, Ambos se quedaron observando unos segundo, para luego soltar una carcajada.

―¿No estás comiendo chicle?― preguntó Philza, acercándose a la boca de Missa para comprobarlo.

―Acabo de escupirlo― aclaro, señalando a sus espaldas.

―¿En el suelo?― cuestiono, enarcando una ceja divertida.

―Tsk, en el basurero, aprendí ¿si?― reconoció, mostrando su dentadura, fijaron su vista en un grupo de niños que se encontraban corriendo a los alrededores, algunos de ellos se lanzaban unas pocas gotas de agua que se escapaban de la fuente que había allí.

―Es hora de que me des tu número― mencionó Philza, despegando su vista para concentrarse en el perfil del bonito chico que se encontraba junto a el.

Missa volteó su cabeza, asombrado.

―Si tu lo dices― se encogió de hombros y tomó el móvil del chico, seguidamente observo el suyo ―Debo irme, nos vemos, creo― murmuró, levantándose del asiento y rebuscando en sus bolsillos.

Se acercó rápidamente al rostro de Philza para plantar un accidental beso en la comisura de sus labios, cosa que lo puso nervioso, y como siempre dejo una tableta de chicles, esta vez sabor melón en su regazo, otro de sus tantos regalos que le encantaban, a pesar de que no se los comiera.

Bubble Gum || Deathduo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora