diez ⑇ limón

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Si retrocedemos unos meses atrás, Philza jamás se hubiera imaginado que conocería a un chico con semejante adicción, y mucho menos que comenzaría a tener sentimientos por él.

Pero quizás esa fue la razón que lo cautivo, ese aroma que desprendía su ropa al moverse o lo apetitosa que se veía su boca al masticar sus tan adorados chicles.

Lo alocado y adorable que podía ser algunas veces, desde comprar cientos y cientos de cajas de goma de mascar hasta usar una ridícula camisa de unicornio, lo tierno que podía ser en otras, desde hacer todo lo posible para subirle el ánimo a las personas hasta entusiasmarse por tener un simple peluche.

Ese día quería llevar a cabo "la sorpresa no tan sorpresa" que estuvo pensando desde que comenzaron a salir, Missa era una persona sencilla por lo que Philza tenía la seguridad de que le gustarían los pequeños obsequios que tenía preparados.

Acordaron que él iría a visitarlo y a eso de las cuatro de la tarde Philza ya se encontraba frente a la puerta debatiéndose entre sí soltar el tonto globo de helio porque le parecia demasiado cursi, o si la cajita metálica que cargaba los montones de goma de mascar era demasiado exagerado.

Pero nada se comparaba con la gigantesca mochila de unicornio que había comprado junto a su amigo.

Las manos de Philza se encontraban demasiado ocupadas por dichos objetos, no podía alcanzar el timbre, en un acto de desesperación quiso tirar todos los obsequios y mandar todo al demonio, pero opto mejor por gritar el nombre de Missa.

Tardo en abrir la puerta, pero cuando lo hizo sus ojos se abrieron enormemente, podía verse en ellos un bonito brillo especial, por un momento Philza creyó que se largaria a llorar.

―¡Phil!― grito emocionado y salto sobre él, sin importarle los objetos que traía consigo, beso sus labios dulcemente, y tiro de su mano invitandolo a entrar, allí él chico observaba gustoso la mochila rosa mientras que Philza ataba el globo de helio a un mueble para evitar que se escapara.

―¿Conseguiste todo esto para mi?― Missa preguntó sorprendido, abriendo la cajita metálica.

Philza asintió y admiro la cara de emoción que denotaba su novio, su rostro lucía tan relajado, inocente y despreocupado, que deseaba que siempre sea así.

―Cada uno de estos chicles cuenta una parte de nuestra pequeña historia― murmuró un poco avergonzado, acercándose a él.

―Una historia que dejara de ser pequeña― afirmó Missa con una enorme sonrisa.

Entre besos y más besos, él chico sacó de su pantalón una tableta de goma de mascar con sabor a limón.

―Faltaba uno para la colección, espero te guste el Limón― dijo, abriendo el envoltorio para luego posicionarlo en la lengua de Philza.

Este se tomo un segundo para sacar un chicle con sabor a durazno y ponerlo entre los dientes del bonito chico, posteriormente sus alientos se mezclaron y la sustancia gomosa comenzó a flotar en medio de una batalla de saliva, Missa frunció el ceño y Philza soltó un gruñido de asco, separándose por completo.

―Definitivamente, el durazno y el limón no son la mejor combinación, ugh― murmuró Missa y Philza asintió, ambos escupieron los chicles en la reluciente cerámica.

Los dos se miraron y soltaron una pequeña risita antes de volver a juntar sus labios.

En ese momento nada más importaba, solo ellos y el dulce sabor que a ambos ahora les caracterizaba.

A goma de mascar.







the end 🍬

Bubble Gum || Deathduo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora