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Jimin caminaba por las calles con pasos apresurados, el corazón latiéndole tan fuerte que sentía que cualquier transeúnte podía escucharlo. La ansiedad se mezclaba con la ilusión mientras repasaba mentalmente las palabras que había practicado para la entrevista.

"Este es uno de los mejores trabajos que podría conseguir en toda mi vida. No voy a perder esta oportunidad", se repetía como un mantra para calmarse, aunque las gotas de sudor en sus manos traicionaban su nerviosismo.

Tras unos minutos de caminata, llegó frente a un imponente edificio de cristal que parecía brillar bajo el sol. Era tan elegante que Jimin tuvo que tomar aire antes de entrar. Sus piernas temblaban, y su mirada recorría los detalles del lugar: las puertas giratorias, las flores frescas en la recepción, los cuadros abstractos en las paredes. Cada elemento parecía gritar lujo, y por un segundo, Jimin se sintió pequeño.

Con todo el valor que pudo reunir, cruzó las puertas del edificio. Mientras avanzaba, no podía evitar admirar la decoración, sintiéndose por un momento como si estuviera en otro mundo. Tan absorto estaba que no notó a la mujer delante de él hasta que chocaron.

-¡Lo siento! ¿Te encuentras bien? ¿Te ha pasado algo? -preguntó rápidamente, sujetándola por los hombros para que recuperara el equilibrio.

Era una mujer joven, con tacones de unos cinco centímetros y el maquillaje corrido. Sus ojos, ligeramente hinchados, revelaban que había estado llorando.

-No te preocupes, estoy bien... -respondió ella con voz baja, secándose las lágrimas y apartándose el cabello del rostro-. Gracias por preocuparte.

Antes de que Jimin pudiera decir algo más, sintió una mano en su hombro. Al voltear, se encontró con una mujer alta de piel oscura y una presencia imponente, aunque su sonrisa dulce suavizaba su mirada.

-Hola, tú debes de ser Jimin, ¿o me equivoco? -dijo con una voz cálida que de inmediato lo hizo sentir menos nervioso.

-Sí, mucho gusto -respondió Jimin, haciendo un esfuerzo por sonreírle, aunque aún se sentía algo tenso.

-Puedes continuar con tu entrevista ahora. Es en el segundo piso, la última puerta a la derecha -indicó, señalando unas elegantes escaleras.

-Está bien, muchas gracias -murmuró Jimin, inclinando ligeramente la cabeza antes de subir las escaleras.

Cada paso que daba parecía pesarle más. "Esto es todo, Jimin. No puedes fallar ahora," pensaba mientras trataba de controlar su respiración. Llegó frente a la puerta indicada y golpeó suavemente, esperando una respuesta.

-Adelante -respondió una voz grave desde el interior.

Jimin abrió la puerta y entró con cuidado. Lo primero que vio fue un escritorio minimalista, con un hombre sentado detrás, concentrado en la pantalla de su computadora. El hombre, de cabello oscuro y facciones marcadas, no levantó la vista.

-Tu nombre -dijo con frialdad, sin apartar la mirada de la pantalla.

-Park Jimin. Mucho gusto, vengo por la entrevista de trabajo -respondió, sorprendiéndose de no haber tartamudeado.

Min Yoongi finalmente levantó la mirada. Su expresión era neutral, pero sus ojos parecían analizar cada detalle de Jimin. Lo miró de arriba abajo, lentamente, sin decir nada.

-Puedes retirarte.

Jimin parpadeó, sin entender.

-¿Eh?

-No me interesas. Puedes irte. -Yoongi volvió a fijar la vista en su computadora, como si Jimin ya no estuviera en la habitación.

-Pero... ¿por qué? -La voz de Jimin temblaba, luchando por no quebrarse.

-No hace falta que lo explique. Vete.

-Por favor, al menos dígame el motivo. -El tono suplicante de Jimin llenó la sala, y sus ojos comenzaron a brillar con lágrimas contenidas.

Yoongi suspiró, apoyando los codos en el escritorio mientras lo miraba con frialdad.

-Tu ropa.

Jimin se quedó congelado.

-¿Mi ropa?

-¿De verdad piensas que puedes trabajar conmigo vistiendo de esa forma tan... lamentable? -continuó Yoongi, su tono más ácido que antes-. Este lugar representa elegancia y perfección. Tenemos las mejores líneas de ropa, los mejores modelos. Y tú... ni siquiera te esforzaste en verte bien. Eso es esencial para este lugar. Retírate.

-Lo siento, señor Min -dijo Jimin, con la voz quebrada-. Si es solo por mi ropa, puedo cambiarla. Le juro que haré lo que sea para trabajar con usted. Por favor, necesito demasiado este trabajo...

Una lágrima rodó por su mejilla, mientras él bajaba la mirada, humillado.

Yoongi se quedó en silencio unos segundos, estudiándolo nuevamente.

-Tengo dos entrevistas más pendientes. Si ellas no me convencen, tal vez te considere. Ahora vete. Y la próxima vez, presenta algo que valga la pena.

-Gracias, señor Min. -Jimin hizo una reverencia rápida y salió de la oficina, sintiendo que cada paso era más pesado que el anterior.

Al bajar, la mujer de piel oscura lo miró con una sonrisa reconfortante. Aunque Jimin trató de devolvérsela, su rostro reflejaba su angustia. Salió del edificio y caminó por las calles sin rumbo fijo, buscando calmarse.

Finalmente, encontró una pequeña cafetería. Se sentó en una mesa junto a la ventana, pidió un café con leche y dejó caer la cabeza sobre sus manos. "¿Y si no me llama? ¿Qué haré entonces?" Pensaba en sus padres, en las deudas, en el alquiler que apenas podía pagar. Este trabajo era su única esperanza de empezar de nuevo.

٭

El sonido de su teléfono lo sacó de sus pensamientos. Era un número desconocido. Al abrir el mensaje, su corazón dio un vuelco.

"Preséntese mañana a las 7 de la mañana con una prenda adecuada para la ocasión. Ha sido contratado."

Jimin no podía creerlo. Min Yoongi, uno de los diseñadores más exigentes, lo había aceptado. Aunque sabía que el camino no sería fácil, una chispa de esperanza iluminó su pecho.

Con una sonrisa emocionada, llamó a su mejor amigo y salió de la cafetería en busca de una tienda de ropa.


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Les juro que en unos capítulos se pone interesante jsjsjs

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