Capítulo 40.

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Flashback.

Ella sacó las llaves de su cartera y comenzó a caminar. Estaba por llegar tarde a la presentación de su hijo, y no se podía permitir aquello. Se subió al auto y arrancó lo más rápido que pudo. Cuando llegó se bajó y casi corrió hacia dentro del auditorio. Un poco agitada se acercó a una de las profesoras. 

—Señorita Mimí, ¿Dónde está mi hijo? —le preguntó recuperando un poco el aliento. 

—Tom está detrás del escenario, Señora Kaulitz —le señaló el camino con el dedo. 

Simone asintió con la cabeza y movió de nuevo sus piernas para acercarse al lugar. Corrió una cortina y lo divisó parado en medio de todas las niñas. Sonrió levemente. Él levantó su pequeña mirada y sonrió mostrando todos sus dientes al verlas. 

—Lo siento señoritas, pero llegó mi reina —les dijo a las niñas y se abrió camino de ellas para acercarse a su madre. Simone se agachó cuando él estuvo cerca. 

—Eres todo un galancito —le dijo divertida. 

—Lo sé, mami, pero solo me interesas tú —respondió el pequeño. 

—Okey, acabas de ganarte un helado para cuando termine la función —dijo ella y acomodó un poco su pelo—  ¿Estas nervioso? 

—No, para nada —afirmó y sonrió.

Su madre levantó su mano y acarició su rostro. Su nariz pequeña adornaba su cara de niño. Él era tan bello, su pequeño bebe. Con solo cinco años ya era todo un hombre, y hablaba como tal.

Una de las profesoras de ballet se acercó a ellos. 

—La función ya va a comenzar —les avisó. Ambos asintieron y volvieron a mirarse.

—¿Papá vino? —le preguntó él esperanzado. 

—No, Tom, papá está ocupado —dijo ella. 

—Siempre está ocupado —susurró bajando la mirada. 

Simone tomó su mentón e hizo que la mirara a los ojos. Ella no podía permitir que la concentración y la autoestima de su hijo bajaran por eso. 

—Pero yo estoy aquí y yo quiero verte brillar. Lion también vino a verte... 

—¿Lion está aquí? —preguntó entusiasmado. 

Lion siempre venía a verlo y eso lo alentaba. Simone sonrió. 

—Sí, está aquí y ambos queremos que seas el niño más lindo de todos. 

Tom rió divertido. 

—Soy el único niño, mami —le dijo. 

—Tienes razón, pero no importa. Para mí eres único y estoy muy orgullosa de ser tu madre. Ahora sal a ese escenario y haz lo que sabes hacer —dijo y le dio una pequeña palmadita para que caminara.

Tom movió sus pequeñas piernas hacia el escenario y Simone lo perdió de vista. 

[...]

Se sentó en el gran piano de la casa de su abuela. Tenía que terminar de saber las notas, antes de que su madre llegara. Levantó la tapa del piano y se sentó en el asiento. Sus pequeñas piernas no alcanzaban el pedal. Así que buscó un libro y lo apoyó sobre él para poder tocar tranquilo. Miró las ochenta y ocho teclas del majestuoso piano de cola. Con cuidado apoyó uno de sus pequeños dedos sobre una de ellas. 

Peligrosa obsesión | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora