Capítulo 21.

1.1K 105 37
                                    

Marjorie me miraba asesinamente, mientras que yo me la comía con la mirada. Harriet estaba concentrada en decirme algo, pero aún no lo hacía.

—Muchachos, muchachos ¿Por qué no nos calmamos un poco? —dijo Kamil. Los tres nos giramos a verla. Asentí con la cabeza y volví mi mirada a Marjorie.

—De verdad estoy dolido —le dije y volví a tocar mi pecho— Jamás me lo imaginé de tí, de tí que te veías tan correcta.

—Y ahora la ves incorrectamente deseable, ¿verdad? —dijo Harriet— Hagamos un trato primo, te consigo una noche con ella y me cedes tu cuarto.

—Hecho —dije sin siquiera vacilar.

—Oye, ¿Acaso mi dignidad vale menos que una buena cama? —le preguntó Marjorie sin poder creerlo.

—Por mi pobre espalda, sí —respondió la rubia.

—Esa no es manera de convencerme Harriet —dijo la castaña.

—Y tampoco creo que sea la adecuada —acotó Kamil.

— ¿Lo ves? Eso se llama ser amiga —dijo Marjorie y se acercó para abrazar la chica de anteojitos.

—Está bien, está bien —dijo mi prima— Mm, ¿Qué tal un beso?

La ojiverde la miró fijo por unos cuantos segundos. Soltó un leve suspiro y me miró.

—Está bien —le dijo y se puso de pie. Se acercó a mí. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca se puso en puntas de pie. Sus labios rozaron los míos— ¿Puedes agacharte un poco? No llego.

Bobamente obedecí a su petitorio. Me incliné y choqué despacio contra sus labios. Y cuando intenté mover mi boca, para obtener un poco más de ello, se alejó.  

—Listo, su cama ya es tuya, Harriet.

—Pero, ¿Acaso yo no tengo poder de palabra? —pregunté.

—Ese es el máximo grado de intimidad que lograras conmigo, Kaulitz —dijo Marjorie.

—Tom, lleva mis valijas al cuarto ¿sí? —dijo mi prima.

—Yo creo que es justo —habló Kamil.

—¿Acaso tú solo hablas para hundirme? —le pregunté— ¿Por qué me odias? No, no es justo. Ese no fue el trato, Harriet. ¿O me das una noche con ella o no hay cama?

—Marjorie, ¡por dios! Dale lo que pide —le rogó.

—No, ya te lo dije. Mi dignidad vale más que una cama.

—Por favor, amiga. Por favor —le suplicó poniendo su mejor cara de sufrimiento.

Quizás lo consiga, y al fin obtenga mi noche con la castaña. De solo pensarlo ya me emociono más de lo que debería.

Todos observamos como Marjorie miraba fijamente a Harriet, de seguro estaba pensando en cómo decirle que no, que ni loca lo haría. Hasta que se giró a verme.

—¿Sabes, Tom? Pensé que eras un caballero... no se creo que fue una mala impresión. Después de todo siempre te has mostrado generoso y respetuoso para con los que quieres, y como Harriet es tu prima... tu única prima por lo que he oído, y por como ella habla bien de tí y lo mucho que te ama, pensé que el sentimiento era mutuo. Pero no... Sí la amaras y fueras un caballero le cederías tu cama. Creo que me equivoqué contigo —dijo y apoyó su mano sobre su pecho.

Entrecerré mis ojos y la miré fijo por unos cuantos segundos.

—¿Sabes que ese es un chantaje muy barato, verdad? —le dije. Ella sonrió.

Peligrosa obsesión | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora