4- Quiero formar parte de su vida

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Lili Stuart

Mi plan en la noche era dormir a Eli y continuar con mi lectura de Lasciva de Pecados Placenteros, una novela que me tiene enamorada de cierto coronel Morgan. Un plan de diversión que definitivamente mi hermana y mi mejor amiga no entienden cuando me arrastran a salir a un club a quien sabe dónde; mientras mi madre las secunda quedándose con mi pequeño.

Tarde me doy cuenta que no sé trata de un club cualquiera, si no uno de alta clase y que el club pertenece a Caidan.

Me encuentro rodeada por su equipo y numerosas chicas que van casi desnudas por lo que la elección de Duna en mi atuendo ahora no me hace sentir mal. Incluso el vestido rojo vino a juego con mi pelo cubre más que lo que sea que visten las chicas en el lugar. Mi hermana viste de dorado una falda y un top que muestra su vientre plano. Y mi amiga lleva un vestido azul similar al modelo del mío, lo que el de ella lo cubren unas cadenas doradas en la espalda, mientras el mío es de escote abierto.

- Necesito salir de aquí - le susurro a mi mejor amiga, cuando me siento a punto de entraren un ataque de pánico ante el miedo de verlo.

Duna me mira confundida pero le resta importancia.

-¿ Quieres que te acompañe al baño?- susurra ella en mi oído y niego dispuesta a decirle que me largo. Pero antes de poder huir de la sala privada unos brazos musculosos nos rodean a ambas por los hombros.

- Chicas- grita el dueño de los brazos con una sonrisa pícara en unos ojos azules fascinantes- ¿A donde van tan rápido? Si ahora es que la diversión empieza- nos arrastra a mi y a Duna hacia la mesa grande circular donde ya se encuentran muchos hombres bebiendo riendo. Y debo admitir que todos son guapos como salidos de una revista.

Duna le sonríe al rubio que nos arrastra y sé que ya perdí a mi amiga, haga lo que haga. Pero yo si tengo que salir de aquí.

La suerte es que aún no lo veo y Lelia se encuentra discutiendo con el mismo chico rubio que le sonríe a Duna y se presenta como Stefan. Luego se une un tal Brandon y Rayder. No si quiera presto atención a sus risas y sus intentos por qué tome un trago y me excuso tomando mi bolso para ir al baño y alejarme de todo el caos con el corazón a mil.

Cuando al fin localizo el baño, respiro aliviada mirándome en el espejo y cerrando los ojos. Mientras obligó a mis pulmones a respirar.

"Todo está bien lili, él no está aquí"

Solo te queda salir de aquí y pedir un taxi.

Ya después le diría la verdad a Duna y me excusaria con Leila.

Pero justo cuando abro los ojos, lo veo ahí. Ojos grises tormentosos, vestido completamente de negro, con una camisa negra desabrochada a nivel de sus pectorales, brazos cruzados como si nada. Su altura es mucha comparado con mi estatura y sus brazos son aún más fuertes en persona, o no sé si es la ropa.

Esos malditos ojos grises iguales que los de mi pequeño, los cuales me recorren con descaro de pies a cabeza, provocando que mi corazón se me quiera salir del pecho y mi cuerpo se encuentre alerta con las brazas de calor que provocan sus ojos.

Y el muy cabron lo sabe ya que sonríe mostrando sus hoyuelos.

- Te queda bien el rojo pero no la cobardía pelirroja- declara acercándose a mí y yo retroceso sin escapatoria rezando para que alguien entre y me permita huir ahora.

Definitivamente si se acuerda de mí y de esa noche. Y lo se por sus ojos, así como por esa última palabra, ese apodo con el que me bautizo esa noche.

Ya que a pesar de ser pelirroja, nadie se refería hacia mi de esa forma.

- ¿Cómo entraste aquí?- balbuceo tontamente haciéndolo reir más.

"Mi cuñado es el papá de mi hijo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora