No sabes detenerte

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Superman aterrizó en la sede de la Liga y antes de que pudiera siquiera tocar el suelo, una flecha rozó su mejilla. Arrow estaba colérico, mientras se acercaba apuntando con otra flecha que brillaba peligrosamente en verde. Clark, por simple reflejo, retrocedió un paso, pero sus hombros se cuadraron y se preparó para lo que se avecinaba; su amigo era de mecha corta y realmente no esperaba menos a que disparara la flecha con fragmento de kryptonita. La tensa presentación silenciosa y amenazante no pudo durar más de unos minutos, pero aun así, pareció eterno debido a la tensa atmósfera que los rodeaba. Por suerte, Diana llegó un momento después y aunque no intervino de forma real, se posicionó defensivamente cerca de Clark. Nunca fue dada a entender la violencia sin sentido y en este caso, la veía como tal; niños caprichosos peleando por un juguete perdido. Por otro lado, el resto de la Liga también apareció, sea solo para observar o bueno, intervenir de forma pasiva. Lo que sorprende es la intervención de Arthur, quien intercede físicamente colocándose en medio, cubriendo al Kryptoniano mientras se cruza de brazos, alzando su ceja en espera de una explicación no solicitada.

— Entrégale a Luthor su cosa —. Gruñó Oliver, bajando el arco, aunque la flecha aún estaba tensa—. Está destrozando mi ciudad exigiendo que se lo devuelvas. Una vida no vale la de millones —, sentencia sin pestañear. Diana se tensa, pero no comenta nada, realmente sopesando el peso de sus palabras. Pero Clark, Clark simplemente está listo para quitarle la cabeza a su amigo de sus hombros sin dudarlo. El hombre no solo acaba de decir que su Lex es un objeto intercambiable, sino que está listo para sacrificarlo como si el valor de su vida fuera igual a nada. Él firmemente podría afirmar lo contrario y arrancarle cualquier miembro a quien se negara a su argumento.

— No es una cosa y no lo entregaré —, gruñó sus negativas con fuerza, acompañados de un movimiento físico que implicaba acercarse, pero la posición inamovible de Arthur realmente los protegía a ambos, por mucho que mirase por sobre el hombro del rubio fuera una táctica extraña. El silencio reinó mientras ambos parecían bastante dispuestos a tener una larga discusión de miradas y tensión sofocante. Y por mucho que la idea podría sonar divertida o hasta gratificante para algunos, Diana no tenía la paciencia ni las energías para lidiar con machos estúpidos.

Wonder Woman no tiene reparos en poner fin a este conflicto que no se dirigirá hacia ningún lado decente, particularmente porque no está Batman para ser la voz de la razón y aunque el intento de disuasión bastante pasivo de Arthur es bien recibido, no es suficiente. Oliver siempre había sido una bomba de tiempo, y Clark no tiene mucho problema en ser dirigido hacia la catástrofe inminente.

— Lo que solicitas, Arrow, es inhumano —, y ellos, como humanos menores, deberían de tener bien claras sus limitaciones. Diana profesó con sabiduría y sin dejar que exista una sola posibilidad de discutirle, no es que alguien se atreviera hacerlo de igual modo—, aunque normalmente aceptaría el sacrificio de uno por el de muchos, solo es factible cuando la situación es extrema y está, sin lugar a dudas, es simplemente un capricho —, enfatizó la palabra "capricho", denotando un pequeño tinte de burla en esta. Ladeó su rostro hacia los lados, rostro de madre que está lista para castigar a sus niños desobedientes y fija toda su atención en Oliver—. Si necesitas ayuda para neutralizar a Luthor, solo debes de solicitarlo al equipo, para eso existe la Liga —, con cuidado, como si estuviera explicando algo muy simple a un niño terriblemente denso, puntuó cada palabra con lentitud; luego, su atención se volvió a Clark—. No puedes atacar a tus compañeros simplemente porque insultan a tu Luthor —, hastiada, usó el posesivo como si fuera simplemente un arma letal—, claramente subestimamos nuestros anteriores movimientos y es hora de reagruparnos —. Dicho esto, Arthur se alejó y luego el resto lo siguieron mientras Wonder Woman simplemente esperaba que así fuera, cruzándose de brazos y, otra vez, para nada dispuesta a que la discusión prevaleciera. Cuando el último llamado "héroe" ingresó al edificio que ocupaban actualmente, suspiró y miró al cielo, rezándole a los Dioses por paciencia.

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