DOS

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                                Alfred

Eran las tres de la mañana.

Quién coño me llama a las tres de la mañana.

Como no Gael.

Le cogí la llamada aunque pensé si podía colgarle.

- Hombre, Chamberlaim por fin contestas.

- Gael, que quieres-bosteze-son las tres de la mañana.

- Pues mira te acuerdas de que había quedado.

Por supuesto que me acuerdo mientras que yo me fui a las 00:00, el decidió quedarse un rato más, porque supuestamente iba a subir al apartamento de su cita.

Eso dice siempre pero luego no pasa.

- Te ha dejado tirado- dije un tanto bromista.

- Puede ser

-¿Qué ha pasado está vez?

- Resulta que era una cita a ciegas y la chica se ha enfadado al ver que yo no traía a nadie.

No pude más y estalle de la risa.

- Alfred no te rías. Para mí esto no tiene ni pizca de gracia.

-Pues para mi si. ¿Pero porque si era una cita a ciegas habíais quedado a la una de la mañana?

- Como ya te dije no leí bien los mensajes y pensaba que era una cita con ella. Y sabes que la mejor hora de la discoteca es a la una. Por eso le dije esa hora.

- A vale. ¿Me llamabas para que te recoja, verdad?

- Si, por favor. Chamberlaim te lo agradecería para siempre.

- Está bien, en diez minutos estoy allí.

- Esto una cosa más.

Cuando dice una cosa más no suele ser buena.

Sinceramente de Gael me espero cualquier cosa.

- Dime.

- ¿Me puedes traer una camiseta?

- Si, claro. Pero, ¿por qué?

- Es que se ha enfadado tanto conmigo que me ha derramado toda su bebida.

Volví a reírme a carcajadas.

Lo peor de todo es que no era la primera vez que le pasaba.

Bueno eso de lo peor... Cada vez le manchan más y es gracioso.

Si, cualquier día me pide que le lleve una muda completa.

- Ya voy para allá.

- Gracias, tío.

Imperfectamente, perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora