Alfred
Vaya tarde más agotadora. Rhea y yo les hemos enseñado la ciudad a Teo y Martina pero era agotador, Teo era tan famoso que en cada esquina nos paraba la gente.
Aunque a pesar de todo Martina y Teo me calleron muy bien.
A Martina ya la conocía pero me gustó conocerla personalmente y más que profesionalmente.
Y me encantaba ver lo mucho que Rhea disfrutaba, aunque al principio estaba nerviosa luego se soltó y estoy seguro de que se lo pasó genial.
En el camino de vuelta Rhea me puso Padam Padam, pero la versión de Violeta Hódar y Denna.
Y no sé que disfrute más si verla hablar con Martina sobre películas o verla cantar Padam Padam.
El gusto de Rhea es el mejor y punto.
Hombre, por algo está conmigo.
Para una cosa en la que falla la pobre chiquilla.
En fin la he invitado a mi casa para ver una película. El problema es que ella quiere ver una de romance y yo una de acción, y no nos decidimos.
- Venga piedra, papel o tijera.
- Vale.
- Piedra, papel o tijera. ¡Si he ganado!
Mierda me tocaba ver una película de romance.
Pero lo bueno es que ella está feliz.
- Voy a por las bebidas.
- Voy a elegir la mejor película de romance.
- Por favor ten piedad.
- Ni una pizca.
Y se fue dando saltos.
Al menos alguien está contenta.
Sip.
- Alfred, te están llamando.
- ¿Quién es?
- Es un número desconocido
Que raro.
- Hola Alfred.
Miles. No puede ser.
- Miles, como has conseguido mi número.
- Ha sido difícil, pero como ya sabes no hay nada que se me resista.
- Que quieres.
- Veo que quieres ir al grano, verás yo también, quiero que me des un millón de libras.
-Ni de coña.
- O me los das o mato a la chica, tú decides.
Mierda, Miles me había estado espiando. Gael tenía razón, he estado poniendo en peligro a Rhea todo este tiempo.
- ¿Que chica?
Miles río.
- No seas ridículo, Londres está plagiada de mi gente.
En eso tiene razón y lo sabes.
- No te voy a dar el dinero.
- En dos días en medio del Hyde Park, eso o la chica muere.
Y colgó.
Tengo que avisar a Rhea.
- Rhea, te tienes que ir a España.
- Es una broma no- dijo riéndo.
- No, Rhea te tienes que ir.
- Pero por qué Alfred.
- Estás en peligro, cuando estés allí y estés segura te lo explico mejor.
- Alfred, que coño pasa.
Había llegado el momento se lo iba a contar todo.
Rhea
- Como ya te dije cuando mis padres se divorciaron, decidí venirme a Londres con mi padre. Yo tenía catorce años pero tenia claro que en cuanto fuera mayor de edad me iba a ir de casa de mi padre. Y eso hice, al poco tiempo en el trabajo conocí a una chica -hizo una pausa-, se llamaba Hilda y era maravillosa o al menos al principio. Empezamos a salir y conocí a su familia, resulta que en su familia eran traficantes y ella también, así que yo me uni. Pero al poco tiempo me di cuenta de que eso estaba mal y se lo dije. Le dije que escaparamos y ella se negó. Así que la deje y se lo tomó mejor de lo que esperaba, pero su padre que era el jefe, no. Y estuvieron años amenazandome. Hace dos años dejaron de amenazarme, hasta hoy. Por eso Rhea debes irte a España. Ellos saben que estamos juntos y me ha pedido un millón de libras. ¡Eso es mucho dinero! No lo puedo pagar y como no lo page ellos te matarán.
Me quede paralizada.
- Quieres que me vaya y te dejé solo.
- Exacto.
- Ni de coña.
- Rhea, de verdad te tienes que ir.
Este chico está loco.
- No, Alfred, te voy a ayudar.
Alfred me miró y sonrió vagamente.
- ¿De verdad?
– De verdad, siempre juntos.
– Siempre juntos.
Y me dio el mejor beso del mundo.
-¿Por qué no me lo habías contado?
- Tenía miedo de que pensaras que soy peligroso.
Me tumbe en su hombro.
–¿Sabes lo que pienso que eres?
- Sorprendeme.
–Imperfectamente, perfecto.
Alfred río.
–Sabes que. Yo también lo pienso. Y también pienso que eres perfecta.
–No– rei – nadie es perfecto, todos somos imperfectamente, perfectos.
–Siempre tienes la frase perfecta.
– Ojalá.
– Para mi, siempre la tienes.
– Tu también, aunque me ocultes cosas
– Perdoname.
– Ya lo estás. Pero, no más mentiras
– No más mentiras. Te lo prometo.
–Por cierto, muchas gracias por recomendarme a Martina.
Vi como se le enrojecieron las orejas.
–Eh, de nadaaa.
Reí.
– No sé de que te ríes – dijo nervioso.
Le dedique una sonrisa.
– Chamberlaim.
– Si.
– Te quiero.
– Yo más, pequeña.
Nos miramos durante diez segundos y nos empezamos a besar y a quitarnos la ropa mutuamente.
De repente paro de besarme.
–¿Tu no me ibas a ayudar?
–Empezamos mañana.
Entonces oí la mejor risa que he oído en mi vida.
–Perfecto.
Y lo hicimos por primera vez, y os aseguro que no será la última.
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Imperfectamente, perfecto
RomanceRhea, 24 años, vive por la fotografia. Alfred, 24 años, vive desde que la conocio. Dos almas que se encuentran en Londres. ¿Conseguiran pasar todos los obstaculos?