3. Nostalgia

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Después de tres otoños de concentración y búsqueda, Pandora pudo encontrar lo que más anheló desde que había cumplido sus quince años, aquel día que Ker apareció ante ella para encomendarle la misión que por herencia pertenecía a su familia... Una maldición.

Con mar de lágrimas y sacrificio, la chica localizó el cuerpo elegido por Hades, el de un joven llamado Shun, con la edad de quince años, quien era el dueño del corazón y alma más puros sobre la tierra. De la misma manera que ocurrió en el pasado, el dios de la oscuridad reclamó a su mismo receptor como voluntariosa señal para retar a Athena, demostrando así que él podía hacer lo que le plazca, sin importar lo que ella determinara.

Pocos días habían transcurrido desde que la dama había llegado a Grecia, a la ciudad de Santorini, pues ahí vivía su objetivo, quien en esos momentos se encontraba finalizando su jornada escolar, o más bien su clase extra. Ya tenía analizados todos sus movimientos.

- Ahí está...

La escuela se encontraba prácticamente desierta, mientras por el gran portón salía un joven de cabello verde y ojos esmeralda; era tal y como lo recordaba, y quizás mejor, pues debido a que ahora poseía una vida tranquila y acomodada, con una familia que lo amaba, su semblante era más relajado.

- Un muchacho afortunado, con una familia...

El corazón de Pandora se estrujó al mencionar la última palabra, pues le parecía mentira que años atrás ella se encontraba en su misma situación... Sin embargo, decidió tragarse su dolor, pues para cumplir con su objetivo necesitaba un corazón frío, pero sobre todo un alma despiadada.

Sin dudar, ni un minuto más, se acercó al joven con descaro y fingida inocencia.

- Disculpa...

Shun detuvo su andar al encontrarse con la misteriosa niña, la que por alguna extraña razón se le hizo terroríficamente familiar, pero no supo descifrar por qué.

La vio bonita, vestía una blusa blanca y falda negra, y su piel tan pálida le hizo imaginar que no era griega como él, sino de otra nacionalidad.

- ¿Me hablas a mí? - preguntó Shun, sorprendido.

- Claro que sí. - respondió la joven, riéndose. - ¿O ves a alguien más por aquí?

- Tienes razón, qué tonto soy. - respondió con timidez.

El joven comenzó a sentirse extraño ante la joven, sobre todo cuando cruzó sus ojos con los de ella, los que parecían que lo estaban embrujando de manera hipnótica. Todo su cuerpo comenzó a pesarle, mientras el mareo se hacía presente para molestarlo.

- ¿Te pasa algo? - preguntó Pandora, acercándose a tocar el rostro del joven, mientras fingía preocupación por su estado.

La dama había logrado lo deseado. Gracias a su poder de manipulación mental, poco a poco, había comenzado a dominar al joven para que este hiciera su voluntad, sin necesidad de recurrir a la más mínima violencia.

- Me siento mal... Todo me da vueltas. - dijo Shun, dejando caer su cabeza en el hombro de Pandora.

- Tranquilo, quizás necesitas un poco de aire. - sugirió ella con fingida sorpresa. - Pareces estresado, así que caminar nos hará bien.

Pandora tomó la mano de Shun y se alejó de la escuela, adentrándose con él a un profundo y solitario callejón, el que sabía los llevaría a un abandonado parque que había descubierto hace poco. A medida que avanzaban, el chico iba sintiéndose mejor, pero aun con la confusión molestándolo.

Saint Seiya: Cadenas malditasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora