01

105 14 0
                                    

Los dedos de Catra se movían con agilidad sobre el lienzo, los trazos eran delicados y pensados para ser sumamente bellos.
Los colores cálidos predominaba en aquel cuadro, algunas nubes se colaban, era una perfecta imitación del azul cielo.

Pasó su antebrazo por su rostro, quitando algunos cabellos rebeldes que se colaban. Hoy les asignarían una musa para pintar. Estaba emocionada, pues era su trabajo final y valía dos notas. Sus manos se humedecieron; las limpió en sus jeans rasgados para luego seguir con los ligeros trazos sobre el lienzo. Aún seguía disconforme. Quería retratar a la perfección el atardecer que tenía frente a sus ojos, que a su parecer, era simplemente hermoso. Una obra de arte digna de retratar a la perfección. Sus habilidades como pintora eran excelentes; sin embargo, su inseguridad le superaba. Soltó un suspiro, dejó los pinceles manchados a un lado, tomó un sorbo de agua y se tomó unos segundos antes de seguir pintando.

– Catra —Una mujer entró a la habitación vacía, interrumpiendo el frío silencio que había en el lugar.

Su mirada viajó hasta el umbral de la puerta, en donde estaba una joven peliblanca sonriendo.

– Scorp —dejó sus utensilios a un lado y corrió a sus brazos—. ¿Qué haces por acá? —preguntó sonriendo.

– Me transfirieron a esta escuela de Artes, tomaré los exámenes finales a ver si quedo —respondió con
ilusion.

Scorpia, al igual que Catra, amaba el arte. Amaba cada expresión que provenía de este; era su vida. Estaba feliz de poder compartirlo con ella. Se conocieron gracias a una exposición que hubo en la universidad.

– Y como sabía que estabas acá, decidí hacerte compañía —se separó y caminó hasta el atril, observando y analizando minuciosamente la pintura.

Scorpia era exigente, se fijaba en cada detalle, cada pincelada era una historia que debía leer.

– Me gusta, cuidado con la intensidad, Wildcat —le dijo mirándola con un ceja arqueada, era el típico error que cometía—. ¿Es tu trabajo final?
—preguntó.

Catra negó.

– El último es el pintar a una musa, todavía no sé quién será —murmuró con nervios.

Estaba nerviosa. ¿Qué pasa? ¿Su orientación le incomodaba? Negó mentalmente. Sí era así, patearía su trasero.

– Oh, entiendo —Scorpia asintió—. Oí que podía ser Adora, la chica de modelaje.

¿Adora? Jamás la había visto, pero sí escuchado. Era bastante popular entre los estudiantes por su belleza. Decían que era algo así como una diosa tallada por los mejores artistas. Catra no lo creía.

– ¿Cómo lo sabes? —preguntó con curiosidad.

– La profesora Angella lo dijo —levantó sus hombros.

Frunció su ceño. Seguramente había faltado a esa clase, pero ¿estar con Adora? ¿La chica más popular en modelaje? Un escalofrío recorrió su cuerpo. Estaba nerviosa y ansiosa al mismo tiempo.

– ¿Y si se siente incómoda? —una mueca se formó en su rostro.

– Oí que ella también es lesbiana pero del clóset 
—alzó sus cejas y río con diversión. Sabía que se
llevarían bien.

Paint me | Catradora Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora