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Los rayos de sol se filtraban entre las livianas y blanquecinas cortinas, el piso de manera rechinó ante el primer paso de Adora, Catra alzó la mirada y sonrió como si fuera la primera vez que sus ojos se encontraban.

– Hola —murmuró Catra mientras acomodaba los pinceles con una sonrisa tonta en el rostro.

– Hey, ¿qué tal? —preguntó la rubia entrando a la sala.

La sala era bastante pequeña, se podía sentir el calor humano, por lo que era bastante cálido.

Catra dejó los pinceles a un lado para correr a los brazos de Adora como si fuera la última vez, quizás
lo era.

– ¿Cómo estás? Te extrañé —murmuró con una sonrisa melancólica—. Hoy es nuestra última sesión.

Hoy era la última sesión para que Catra terminara la pintura.

– Sí...—murmuró Adora con una mueca en el rostro.

Catra prefirió no decir nada, quizás el destino las juntaría nuevamente, sin embargo, notaba a Adora extraña, no estaba como de costumbre, sin embargo, omitió.

– Acomódate ahí —dió la orden mientras apuntaba al tapete que estaba el centro—. Sí, justo ahí.

Adora ya no tenía vergüenza alguna, ya había estado a completo merced de Catra, y podría estarlo mil y una veces más.

Adora se sacó la vestimenta y la dejó en un rincón, junto al caballete. Se acomodó en el tapete y esperó a que Catra le indicara que hacer.

– Tu mano...—caminó hacia Adora, y posó sus finos dedos alrededor de su muñeca, acomodándola a un costado—. perfecto.

Volvió a su lugar y mojó los pinceles sintéticos, para luego abrir los acrílicos y dejarlos a un lado.

Las horas pasaban y Catra seguía pintando, sin embargo, estaba dando los retoques finales.

Estaba orgullosa de su trabajo.

– Listo, terminé.

Catra había terminado su mejor obra de arte.

Paint me | Catradora Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora