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De cierta manera quiso ignorar el ambiente tenso e incómodo en el desayuno, porque claro que estaría de esa forma. Aang intentó aligerar un poco la tension del lugar con una que otra broma y aunque Toph y Sokka le seguían el juego, solo bastaba una mirada de Katara para hacerlos callar.
— Katara. — Sokka la llamó. — ¿Por qué estás tan enojada? ¡Nadie ha hecho nada aún!
— ¿Cómo no estarlo? Mi hermano es un irresponsable que no se preocupa por su propia seguridad. — Gruño.
Sokka suspiro y no le respondió, no porque no supiese que decir, sino, que eso solo la enojaría más de lo que estaba y el aún estaba cansado por lo de anoche, el desayuno continuó en silencio dado a las miradas asesinas que se lanzaban ambos hermanos. Katara soltó un bufido en desacuerdo con todo lo que pasaba.
— Ya no estamos junto a Gran-gran, ¿lo sabes, Sokka?
— ¿En serio vamos a hablar de esto aquí? ¿Ahora? — Conectaron miradas, de esas que estaban llenas de secretos, de esas que los hermanos se daban para ocultar alguna travesura que habían hecho y que sabían que cuando los adultos la supieran estarían en graves problemas.
— Entonces ¿Al menos me dirás a donde fuiste durante toda la noche?
Ante lo dicho Sokka me miró y yo sentí que el alma se me salió del cuerpo, que un balde de agua fría caía sobre mi ¿Por qué me miraba? Eso hizo que Katara siguiera sus ojos hasta mí, vi los ojos azules de la chica, de la alfa, de la persona con la que intentaba llevarme bien, observarme fijamente, así era ella, protectora, posesiva con su manada y yo todavía era un intruso en su familia, aunque ella me había 'perdonado' podía darme cuenta cuando sus ojos se quedaban pegados en mi espalda juzgándome.
¿Qué quería que dijera? ¿Qué podía decir? No había nada que decir, mis ojos volvieron a donde Sokka, cosa que no le gusto a Katara, su olor era uno para que cualquiera bajara su cabeza ante ella, las alarmas de pánico en mi cabeza estaban sonando a todo volumen ¿Que debía hacer?
— ¡Wow! — Aang rio estruendosamente. — El desayuno estuvo delicioso ¿Cierto, Toph? Especialmente esos bollos de azúcar de piedra.
— Si, supongo.
— Es cierto, lo mejor es que vaya a pedirle al chef que nos traiga más. — Sokka se levantó de su silla con una velocidad sorprendente y llegó hasta mi lado. — ¿Por qué no me acompañas, Zuko? Creo que también quieres decirle algo al chef ¿Verdad?
Aang movió su cabeza de acuerdo al moreno, la maestra agua iba a refutar algo, pero Sokka ya me estaba arrastrando por la mitad del pasillo camino a la cocina, el chico casi intentaba correr lejos de donde estaba antes, deseando escapar de su hermana.
— ¿Por qué? — Y la pregunta salió de mis labios como las llamas de un horno al ser abierto. — ¿Qué esperabas que hiciera cuando me miraste? ¿Qué podia hacer? ¡No podia hacer nada! ¿Por qué no le dijiste que estabas con Koa y ya?
— ¿Qué? — Su mano fría me soltó. — No lo sé, estaba nervioso. — Volvimos a conectar miradas. — A veces Katara intenta intimidar a la gente con su olor, creo que ya te disté cuenta. No me gusta cuando lo hace, así que, solo la ignoro y veo otra cosa y tu estabas enfrente de mí. No sabía que se iba a poner de esa manera.
— No quiero llevarme mal con ella, no vuelvas a hacer eso, no conmigo. — Lo último no sonó bien en mi cabeza porque ni siquiera lo pensé, solo lo dije, por lo que cuando lo dije en voz alta mi tono se escuchó aún más desagradable.
— Tranquilo, amigo, no lo volveré a hacer. —Despegó sus ojos de los míos, y giró sobre sus talones, 'De verdad que debo ser imbécil'.
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