Sweet Beach Breeze.

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La ventana estaba abierta, permitiendo el flujo del aire en la habitación, el sonido del pequeño ventilador de mesa mezclado con el leve de las olas creaba un ambiente nostálgico, sin mencionar la melodía que se escuchaba de la radio.
Una que su amado le regaló cuando el rubio se la pidió para escuchar su preciada música, sólo para él.

"Pon tu cabeza sobre mi hombro..."

Sonrió mientras sincronizaba sus labios con la letra encantadora de la canción.
Una muy especial si se lo preguntan.

Balanceaba su cuerpo pálido y delgado con gracia y delicadeza, el cual solo estaba cubierto por su larga bata roja de estilo oriental.

Caminó hacia las puertas también abiertas del balcón, no sin antes tomar una fresa cubierta de chocolate que había quedado de la noche anterior.

"Sostenme en tus brazos, cariño."

El lugar estaba hecho un desastre y Ciel no estaba ahí, a pesar de eso no se sentía solo. Contempló el mar y el cielo imaginando que eran sus ojos y los de su amado. Toda la habitación tenía su olor y su escencia, siendo bastante elegante gracias él pero llena de vida gracias al rubio.

Amaba a su novio de una forma inexplicable, y la mayor prueba de eso fue cuando aceptó que escaparan juntos a un lugar donde nadie los conociera.

Sucedió hace dos años, cuando Ciel cumplió los dieciséis ambos escaparon de sus responsabilidades con ayuda de sus fieles mayordomos.

En aquellos años la homosexualidad era considerada como la peor y más asquerosa calumnia que el ser humano podía "padecer".
Cuando se dieron cuenta de que estaban enamorados eran muy jóvenes, pero había sido inevitable que Ciel se enamorara de aquél pelo arenoso y ojos oceánicos con personalidad tan bipolar como las olas.

A veces podía ser tan tranquilo...
Y a veces parecer que quiere ahogarte.

Alois se enamoró en un concepto más profundo de su ser amado.
Sí, se enamoró de sus ojos cielo mediodía y su cabello azúl medianoche, pero sobre todo se enamoró de su forma de amarlo y de ser.

Como lo protegía y velaba por su bienestar, de sus sonrisas sólo por y para él, como lo tocaba sin morbo y con mucho cariño, la forma en que su voz se volvía suave cuando hablaba con él y como su semblante se volvía tranquilo cuando lo veía después de un día duro.
Alois se había enamorado de cada faceta de su adorado Ciel, lo era todo para su alma adolorida por el pasado desgraciadamente imborrable.

Cada feo toque, marca y palabra era remplazada por una caricia, un beso y una sonrisa, que solo su chico sabía darle.

La noche anterior estaban cumpliendo tres años de relación, y desde luego, Ciel preparó el escenario más romántico en su ahora humilde pero acogedor hogar.

La música cursi le demostraba que también lo amaba, él adora la música y el baile. Sobre la mesa de madera la más exquisita cena que el peliazul pudo aprender a cocinar provocaba hambre y el sonido de las olas bruscas entrando por las puertas del balcón junto con la brisa dulce de la playa creaban un ambiente perfecto.

"Pon tus labios sobre los míos, querido."

Sus cuerpos pegados con delicadeza y cuidado se balanceaban con gracia, sus frentes juntas obligaban a sus ojos a verse fijamente, la devoción y adoración con la que lo hacían era propia de ellos.

La gente solía decir que el amor es solo un juego, uno que simplemente no puedes ganar. Pero si había una manera, ellos la encontrarían algún día y así, Alois podría recostar su cabeza sobre el hombro de Ciel tranquilamente sin tener miedo nunca más porque habrían ganado.

"—Susurra en mi oído, cariño, las palabras que quiero escuchar. Dime que también me amas. —" El de ojos cielo sincronizó sus palabras con la letra de la música con sus mejillas completamente coloradas, provocando una sonrisa de ternura en el contrario.

Aquella había sido una noche mágica, en la que se volvían a recordar cuánto se amaban, cuánto se adoraban y lo felices que se hacían mutuamente.

"Pon tu cabeza sobre mi hombro."

Cantó el rubio, finalizando la melodía y quedando en soledad con el sonido del ambiente exterior, estaba solo, pero no se sentía de esa forma desde que él llegó a su vida y declararon su amor.

Sonreía con vitalidad al aire, como si siguiera sin creer que todo lo que vivía era realidad, esa genuina felicidad y plenitud le daban ganas de vivir eternamente, pero siempre y cuando su amado Phantomhive estuviera a su lado.

Escuchó la puerta intentando ser abierta, rápidamente volteó y su sonrisa se amplió aún más al ver a su chico entrar.
Él, al ver la cara del rubio le fue imposible no sonreír también.

—¿Estamos felices, Trancy?

—Lo estamos, Phantomhive. — Respondió, corriendo a los brazos del amor de su vida y siendo recibido con la calidez que sólo le brindaba a él.

Ojalá pueda recostar su cabeza en su hombro por el resto de su vida.

Ojalá pueda recostar su cabeza en su hombro por el resto de su vida

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A mí me fascinó escribir esto.

Les estoy preparando una historia que espero les guste, espero poder subir el primer capítulo pronto.

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O.S | CieLoisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora