El auto se detuvo y deduje que ya habíamos llegado, abrí los ojos y miré por la ventanilla. No estamos en mi casa, no estoy en mi cama, no esta Nany, no puede ser!. He sido violada y se van a deshacer de mi y de toda evidencia. Sentía movimientos a mi lado y sin pensarlo me tiré hacia el chico sea quien sea y empecé a darle puños con todas mis fuerzas.
-Maldito violador.-Grité.
-¿Que te pasa? Maldita loca.-Dijo Edgar.
Abrí los ojos como búho y puse mi boca en una completa "O".
-¿Que diablos hago aquí?.-Pregunté molesta, aún encima de el.
-Lo que bebiste te pondrá tonta un poco, no quiero que tu mama te vea así.-Dijo aguantando mis manos por si de casualidad se me soltara un golpe.
-Que te importa, no quiero estar contigo.-Dije rodando los ojos.
-Que lástima por ti.-Dijo.
De inmediato me aguantó y me llevó en sus manos a lo que suponía era su departamento. Empecé a forcejear pero el tenía mas fuerza que yo.
-Esto es privar de mi libertad.-Dije dándome por vencida.
-¿Vas a acusarme?.-Preguntó burlón.
-Mas que eso, te pondrán pena de muerte por querer violar a una hermosa virgen como yo.-Dije mientras Edgar me dejaba en el suelo.
-¿Alguien habló de violar?-Preguntó alzando una ceja.
-Vete a la mierda.-Rodé los ojos.
-Quieres que te viole, admítelo.-Me susurró en el oído poniendo mi piel de gallina.
-Claro que no idiota.-Dije arrugando la nariz ante su asqueroso comentario.
>Sabes que si querida Mel.
Cállate cabeza, no sabes lo que dices.
-Como digas.-Dijo con una pequeña sonrisa.
Mi vista se puso doble y por poco caigo al suelo pero unos brazos lo impidieron.
(...)
Nose cuanto tiempo estuve desmayada pero creo que el suficiente como para levantar en una cama bastante cómoda. Un cuerpo estaba a mi lado, Edgar estaba sin camisa, solo llevaba unos pantalones. Abrí los ojos como búho y respiré hondo. Se veía tan lindo dormido, parecía un ángel. Quien lo diría, un chico como el con tantos secretos, el porque odia a su primo, el porque de no querer relaciones serias, todo eso ronda por mi mente.
Mientras mis pensamientos invadían mi mente no me percaté de que poco a poco me acercaba a el. Me puse alerta y bajé de la cama silenciosamente, no lo quiero despertar. Me extraña que no haya aprovechado el desmayo para matarme o mutilarme, sería lo mas lógico.
Me dirigí a la cocina y preparé un chocolate caliente, digamos que el café no es lo mío. Me senté en un sillón de la habitación para terminarlo, quería ver a Edgar. El se veía tan tranquilo así que mas curiosidad me daba de saber como era.
-Podrías disimular un poco.-Dijo la voz ronca de Edgar.
-¿Disimular que?.-Pregunté confusa, pensé que estaba durmiendo.
-Que me observas.-Sonrió.
-Idiota.-Rodé los ojos.
Este se paró de la cama y me observa, yo aún tenía la misma ropa, el no se atrevió a quitarla por lo visto. Se acerca poco a poco a mi, estaba confusa ante su comportamiento.
-¿Que crees que haces?.-Pregunté parándome del sillón.
Este no contestó y en cierta forma me desesperaba. Se acercó a mi rompiendo mi espacio personal, ya se hacían costumbre estas escenas. Me abrazó, me sujetó fuertemente a el, cada día lo entiendo menos. Podía sentir su respiración en mi espalda, que de cierta forma me relajaba. Podía sentir los latidos de su corazón en mi pecho un poco acelerados.
ESTÁS LEYENDO
Soy adicta al juego
RomanceSoy Meliza pero todos me dicen Mel. Tengo 18 años y mi vida cambia hasta jugar el nuevo juego que hay entre los adolescentes "El Juego". No fue el juego como tal quien cambió mi vida, solo jugar con el chico equivocado, Edgar "Ed". Ese chico popular...