La ansiedad siempre había sido una constante en mi vida. Ese peso que siempre oprimía mi pecho y me impedía respirar, mis manos frías y sudorosas o mis piernas que se sentían débiles de pronto. Todas esas eran cosas a las que estaba acostumbrada. Después de todo, con una madre como la mía, era simplemente imposible tener una vida normal. El pánico y las lágrimas eran tan normales que ya no me sorprendían para nada.
Pero con tantos años de experiencia, había aprendido a lidiar con todos esos problemas. Había aprendido a encontrar la calma en medio de la tormenta y ocultar mis emociones con agilidad. Una de las cosas que me ayudaba a calmarme era elegir mis atuendos. Me sentía en control y me encantaba saber que podía escoger lo que iba a usar sin que nadie me juzgara.
Probablemente por esa razón mi cerebro estaba haciendo corto circuito, a punto de entrar en pánico pero emocionado al mismo tiempo. Porque estaba haciendo algo que normalmente me gustaba, pero por una vez me estaba causando ansiedad.
Jeno y sus amigos iban a llegar pronto y yo me encontraba de pie en medio de mi habitación, rodeada de un tiradero. Pantalones, vestidos, blusas, abrigos, faldas, shorts. Casi todo mi ropero se encontraba distribuido en el suelo, la cama, el tocador e incluso encima de la puerta, aunque no recordaba como eso había pasado. Todo lo que sabía es que ya podía sentir las lágrimas de nuevo y aún no tenía idea de que usar.
Jeno dijo que nuestra salida de hoy no era nada serio, que ni siquiera habían decidido a donde ir y que no debía preocuparme. Pero yo había sido criada por una mujer que esperaba perfección en todo momento, y a pesar de que la parte racional de mi cerebro sabía que mis nuevos amigos no iban a rechazarme por usar los zapatos equivocados, seguía siendo difícil tomar una decisión. El miedo a decepcionarlos se sentía tan vivo como mi propio corazón y no podía solo ignorarlo.
Necesitaba ayuda y no tenía a nadie a quien pedírsela, lo que solo hacía que la situación se sintiera más sofocante. El reloj en la pared marcaba las 4:37 y Jeno llegaría a las 6:00. Era mucho tiempo y poco a la vez.
Me dejé caer en el piso, con las piernas apretadas contra el pecho y la barbilla apoyada sobre mis rodillas. Me sentía patética y pequeña y sola. Tal vez simplemente debería cancelar y dedicarme a ordenar mi habitación. Iba a tardar horas en poner todo en su lugar y no quería ni pensar que pasaría si mi madre decidía visitarme mientras el caos envolvía mi pequeño mundo.
Suspiré. Cancelar probablemente era lo mejor. Le diría a Jeno que mis piernas aún no me recuperaban, lo cual era una mentira porque las medicinas que me compró resultaron milagrosas. Pero era creíble y eso es todo lo que me importaba en el momento. Así que tomé mi teléfono, dispuesta a decirle adiós a mi cita con amigos cuando la imagen de fondo me detuvo en seco. Era una foto que había tomado yo misma hace unos años, cuando mis padres tuvieron una buena idea para variar y me llevaron en un crucero por una semana. En medio del océano, había visto el cielo por primera vez. Sin todas las luces de la ciudad, pude ver las estrellas como realmente eran. Brillantes, enormes y reales.
Estrellas...
Estrellas...
Estre... ¡Byeol! (Byeol significa estrella en coreano)
Me apresuré a escribir un mensaje, aunque con un contenido muy diferente. Un par de minutos después, Jeno respondió con un número de teléfono.
—¿Hola? —un chico contestó la llamada. Su voz me resultaba vagamente familiar, pero no logré distinguirlo del todo.
—¿Byeol? —pregunté insegura, sintiendo la ansiedad volver lentamente.
—Ah, no. Bueno si, este es el teléfono de Byeol, pero ella está ocupada en este momento —explicó el chico. Sonaba un poco tenso, probablemente porque estaba recibiendo llamadas de un número desconocido— ¿Puedo tomar un mensaje? ¿Con quién estoy hablando?
![](https://img.wattpad.com/cover/353186949-288-k949983.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Dive Into You || Lee Jeno
ФанфикHabía una vez una princesa que estaba atrapada y un chico dispuesto a rescatarla. Cho Hana creció rodeada de vestidos caras, joyas enormes y reglas inquebrantables. En una vida que a veces podía sentirse como una prisión, ella aprendió a sobrelleva...