[💌] #10 «¡Sálvala, Kirishima!»

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¿Cuánto tiempo había pasado ya?, no tenías ni idea.

Peleando contra bestias de distintos tamaños y formas en aquel frondoso e inmenso bosque te había hecho perder la noción del tiempo; en varias ocasiones estuviste a punto de ser pisada por algunas de estas bestias.

Debías aceptarlo, tu quirk no era tan fácil de controlar, pero hacías el mayor intento. Si habías entrado a la U.A era con la intención de fortalecer tus habilidades y controlar tu don, para poder ser una heroína que inspirara confianza a la sociedad.

"Suficiente... ¡no puedo más!" -dijiste en un susurro agitado, sintiendo como tu pecho subía y bajaba frenéticamente.

Te recargaste contra el tronco de un gran árbol y te dejaste resbalar por la espalda en este, hasta quedar sentada en el suelo.

Tu uniforme estaba sucio ya, así que maldeciste por lo bajo.

"¿Eh?, ¿y los demás?" -musitaste viendo a tu alrededor. Miraste al cielo y deduciste ya era el atardecer, entre las tres y cuatro de la tarde o más, puesto que el sol estaba en su máximo esplendor.

Te levantaste cautelosa tratando de identificar más presencias —un beneficio de tu don era tener sentidos más agudizados, aunque este de detectar más presencias tanto humanas y no humanas en un cierto rango no funcionaba siempre—, y al no sentir alguna cerca dejaste salir un gran suspiro de alivio.

Emprendiste tu camino hacia donde creías recordar estaba el lugar donde se quedarían estos días del campamento, y caminabas tranquila puesto que no sentías amenazas cercas.

Sin embargo, cuando todo parecía ir bien, un rugido te tomó por sorpresa; te posicionaste lista para combatir y dispuesta a activar tu quirk en cualquier momento, primero tratando de localizar a tu oponente.

Fue entonces cuando la presencia se sintió atrás de ti y una gran sombra te cubrió por completo.

"Oh, oh." -corriste tan pronto como pudiste y sentiste que aquella bestia te perseguía. La miraste de reojo y era gigante, una bestia de tierra.

Lanzaste uno que otro ataque, pero estabas llegando a tus límites. La resistencia era otro de tus enemigos.

Por un momento la perdiste de vista, y aprovechaste para recobrar la respiración perdida.

De nuevo ese rugido te alertó y esta vez lanzaste un ataque directo a sus ojos, y corriste tan rápido como pudiste; divisaste a alguno que otro de tus compañeros y sentías acercarte a algunas más presencias, así que te preocupaste por llevarles el peligro.

"¡No voy a morir sin haber comido algo antes!" -le gritaste a la bestia y juntaste tus últimas fuerzas para darle combate, sin embargo ya estabas cansada físicamente y en un momento caíste por tropezar con una rama.

Estuviste a punto de resignarte a ser comida de bestias cuando escuchaste una voz conocida.

"¡¿Estás bien?!" -aquella presencia se apresuró a levantarte, y con cuidado te examinó.

Por supuesto que lo estabas, toda la atención de Kirishima estaba en ti.

"Eijirō..." -aquello te salió desde lo más profundo de tu corazón. No planeabas llamarlo por su nombre tan pronto, y menos en esta situación. Pero estabas aliviada de que gracias al actuar rápido del varón, habías sobrevivido.

No es como que dejaran que una de sus alumnas muriese ahí, pero por un momento pensaste en la posibilidad de aquello.

El varón ni se inmutó al escuchar su nombre salir de tus labios, pero sí que lo había alterado. De nuevo esa corriente eléctrica los recorrió de pies a cabeza cuando su mirada conectó.

"Estoy bien... gracias." -sonreíste por su apoyo y te levantaste, sacudiendo tu uniforme y arreglando tus medias.

"Me alegro. Le diste lucha a esa bestia, eh." -ahora sonreía él, divertido. Tras eso también se sacudió y dejó salir un suspiro de alivio, pues por un momento había estado sumamente preocupado por ti.

"Ya estamos cerca, ¿verdad?" -preguntaste viendo hacia el frente y viste la salida del bosque, a lo que él asintió.

"Así es. Esta zona ya está libre de riesgos, así que ahora podemos caminar con tranquilidad. Sin bestias de por medio." -bromeó y le diste un codazo por la creciente confianza entre ambos.

Se rieron y en un silencio cómodo llegaron, cansados pero satisfechos.

Sin duda un reto más superado, y una anécdota más de muchas que se vienen.

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Objetivo: enamorarlo. || Eijirou Kirishima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora